La llegada del invierno supone utilizar todavía más electrodomésticos. Debido al frío y a que anochece antes encendemos la calefacción y las luces de nuestras casas durante más tiempo que en las demás estaciones del año.

Pero para hacer frente al cambio climático debemos concienciarnos y saber que desde nuestros hogares también podemos, y debemos, hacer un uso eficiente de la energía. La calefacción central es el sistema que más se utiliza en invierno y hace que el gasto se dispare en las viviendas. Por ello, lo más apropiado es elegir una calefacción que consuma y contamine poco.

Estos son algunos de los sistemas más eficientes, aun así es difícil decir cuál es el mejor porque depende de muchos factores que hay que tener en cuenta: el clima de la zona, lo grande o pequeña que sea la casa, el tipo de edificio...

Calefacción por biomasa

Este tipo de sistema de calefacción se diferencia del resto porque como fuente de energía utilizan combustibles naturales: pellets, madera o incluso huesos de aceituna. En cuanto a las ventajas tienen un precio muy competitivo y estable, es una energía inagotable y de rápida regeneración, pero además las calderas de biomasa poseen una eficiencia energética muy superior a la de las calderas tradicionales, el consumo podría reducirse a la mitad.

Energía solar

Los paneles solares: aprovechar los rayos del sol para convertirlos en energía eléctrica es uno de los nuevos sistemas más sostenibles. La energía depende directamente del sol y por tanto puede tener puntos muy positivos, ya que es de las energías más eficientes, pero también tiene inconvenientes puesto que no siempre se obtiene la energía que se quiere.

Calefacción por gas y gasóleo

Está presente en gran parte de los hogares españoles, es la calefacción más popular. En la actualidad, además de la clásica bombona de gas butano, también está el suministro de gas natural. No obstante, aunque la red se va ampliando gradualmente, aún no está disponible en todas las zonas geográficas.

Por una parte, el sistema de las calderas de gas además de eficiente es muy cómodo puesto que ofrece tanto calefacción como agua caliente. El problema es que no todos los hogares tienen la infraestructura necesaria para hacer llegar el gas.

Por otro lado, el funcionamiento de las calderas de gasóleo es muy parecido pero se utiliza un combustible menos limpio.

Calefacción geotérmica

Quizás sea el más desconocido. Es un tipo de calefacción que aprovecha el calor natural de la Tierra (concretamente del subsuelo), y lo lleva hasta el interior del hogar a través de una bomba de calor geotérmica. Sin embargo, es totalmente ecológico y respetuoso con el medio ambiente pero tiene como inconveniente el elevado precio de su instalación.

Calefacción eléctrica

Existen varios tipos de calefacción eléctrica, pero todos ellos convierten la electricidad en calor a través de los distintos aparatos eléctricos distribuidos por la vivienda. Asimismo, también es uno de los más habituales en las casas. Uno de los inconvenientes es que para poder hacer uso de estos tipos de calefacción lo más probable es que haya que incrementar la potencia contratada. Una de las ventajas de este tipo de calefacción es que se trata de energía limpia. Pero, su principal desventaja es el precio, ya que aunque su instalación es económica y sencilla, el aumento en la factura es considerable.

Bomba de calor

Se trata de uno de los sistemas más novedosos. Para funcionar toma la energía del entorno natural (el aire, el agua o la tierra) y la transporta al interior de las viviendas, calentándola. También actúa a la inversa, llevando el calor del interior de los recintos hacia el exterior, refrescándolos. Y todo ello de una manera muy eficiente, ya que la bomba de calor es capaz de transportar más calor que la energía eléctrica que consume.

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Calefacción más eficiente y sostenible con gas natural

El gas natural se encuentra presente en nuestros hogares desde hace varias décadas, contribuyendo a mejorar su confort y reduciendo significativamente el consumo energético. Es muy conocido su uso para la obtención de agua caliente, cocina y calefacción, debido a las múltiples ventajas que ofrece como el suministro continuo, ya que no necesita de cambio de bombonas o carga de depósitos, o que reparte de forma homogénea el calor en todos los rincones del hogar.

Asimismo, los equipos que funcionan con gas natural han sido diseñados para obtener el máximo rendimiento de la energía, por lo que consiguen mejores resultados con menor cantidad de combustible, y es la energía con el precio más estable de los últimos 15 años. Las calderas que funcionan con gas natural, por el hecho de emplear una energía limpia, pueden continuar en funcionamiento incluso cuando se sobrepasen en las ciudades los niveles de contaminación permitidos y se limite el uso de otras energías.

Además de las ventajas económicas, el gas natural es la opción energética más beneficiosa para el medioambiente y para la salud. En comparación con otros combustibles, las emisiones de óxido de nitrógeno y azufre son prácticamente nulas y no produce ni cenizas ni partículas sólidas, por lo que contribuye a mantener la calidad del aire urbano. Además, tiene la menor emisión de CO2 por unidad de energía obtenida (kWh) de todos los combustibles convencionales, entre un 25% y un 30% menos que los productos derivados del petróleo y entre un 40% y un 50% menos que el carbón, colaborando así a mitigar los efectos del cambio climático.

También hay que destacar que el propio gas natural tiene, cada vez más, un origen renovable, al poder inyectar en la red de gas natural el biometano que se obtiene de residuos agroalimentarios, de vertederos o de aguas residuales y poder utilizarlo con las mismas aplicaciones en nuestras casas, comercios e industrias, y como combustible para movilidad.