En autobús y en tren. Así recorrerán los 800 kilómetros que hay de distancia entre Alicante y Lourdes (Francia) el medio millar de personas de todos los puntos de la provincia que viajarán del 5 al 11 de julio a la conocida gruta de la Virgen de Lourdes, cuna de fe y de devoción, por la que pasan al año 8 millones de personas.

Sesenta años lleva partiendo de estas tierras la Hospitalidad de Lourdes de la Diócesis de Orihuela-Alicante en una peregrinación con gran tradición en la que participan unos 60 enfermos acompañados de voluntarios, miembros de la Hospitalidad, un equipo médico, enfermeros y enfermeras, sacerdotes e incluso el propio obispo diocesano, monseñor Jesús Murgui, que suele viajar todos los años con la comitiva.

A ellos se suman en esta ocasión, y por segundo año consecutivo, un grupo de jóvenes de diferentes edades, que convocados por el Secretariado de Orientación Vocacional (SOV) se animan a vivir esta experiencia con el objetivo principal de acompañar, cuidar y ayudar a personas enfermas en su viaje de fe a Lourdes.

«Creo que es un momento donde se juntan muchas experiencias. Te encuentras con la Virgen de Lourdes, ayudas a los enfermos, tienes un tiempo de silencio y reflexión», explica el responsable de la Hospitalidad de Lourdes en la Diócesis de Orihuela-Alicante, David Dávila.

«Si preguntásemos a cada uno de los que peregrinan tendríamos un motivo diferente. Pero al final lo importante es el objetivo: ayudar y colaborar con los enfermos y enfermas», añade Dávila.

En definitiva. los participantes vivirán conjuntamente unos días de diversas actividades centradas en el acompañamiento a los enfermos, principal razón de ser de este viaje y de esta Hospitalidad conformada por unas 180 personas titulares en Alicante cuya misión principal es organizar todos los años esta peregrinación diocesana.

Es difícil valorar quién disfruta más de esta vivencia, si los enfermos o los acompañantes. «Creo que es algo recíproco. Muchos de los enfermos esperan durante todo el año la peregrinación ya que son días de cambios, de juntarse con amigos, de hacer nuevas amistades... Y para los acompañantes supone valorar lo que tenemos, ayudar a los que necesitan de ti. Y en este sentido es una experiencia totalmente recomendable para jóvenes y personas de todas las edades que sientan la vocación de ayudar y compartir su tiempo y vivencias con personas con todo tipo de enfermedades. Sin olvidar el encuentro allí con gente de todas las nacionalidades. Es una auténtica riqueza la universalidad de este lugar», culmina David Dávila.

En la Diócesis, la «salida» misionera se realiza a través del encuentro con Cristo

El Papa Francisco está convocando a toda la Iglesia a la gran «salida» misionera, que le permita, en vez de mirarse a sí misma, salir a la calles y a las plazas, al encuentro con cada hombre y cada mujer.

Eso significa, para nuestra Iglesia diocesana, una «conversión» pastoral, que pasa por la transformación de cada creyente hasta convertirse en «discípulo-misionero» de Jesús. Esa transformación solo la puede realizar el encuentro con la persona de Jesucristo, como ocurrió con los primeros apóstoles. El encuentro con Cristo cambia la vida de cada hombre y mujer.

A ese encuentro con Cristo invita, en estos años, el obispo de la Diócesis, D. Jesús Murgui, a todos los fieles diocesanos. El Plan Diocesano de Pastoral que está llevando a cabo desde el 2015 pretende transformar la diócesis en una Iglesia más cercana, más evangelizadora.

Para ello, propone el encuentro personal con Cristo como auténtico camino para la misión. Este es central para el cristiano. Además, es siempre actual, no termina nunca, es progresivo, intensivo y abarca a toda la persona: en su mente, en su corazón, en sus actitudes y en su acción.

Precisamente en estos años, este nuevo Plan de pastoral prevé promover cada una de estas dimensiones del evangelizador, es decir, una nueva mente, un nuevo corazón, un nuevo vigor a la acción.

El pasado 9 de junio, en la tradicional jornada de pastoral celebrada en el Obispado, el obispo explicó que el próximo curso se daría un nuevo paso: «Si a lo largo de este curso hemos hecho una revisión seria de nuestros criterios de pensamiento y de nuestra mente, para el próximo vamos a centrarnos en cómo este encuentro afecta a nuestro corazón, a nuestros sentimientos y a nuestra voluntad».

Y es que el objetivo del próximo curso es «ordenar los afectos en el misterio de Cristo». «En esta ocasión vamos a seguir profundizando en el encuentro con Cristo pero lo vamos a hacer desde un aspecto particular que es entrar en los sentimientos de Cristo, en su corazón, un corazón unido al Padre pero también unido a todos sus hermanos. Por eso vamos a profundizar en todo lo que es la comunión dentro de la Iglesia y entre nosotros», explica uno de los sacerdotes responsables del Plan Diocesano de Pastoral, Pedro Luis Vives.

Educar en el arte de vivir

Carta de unos padres de la Diócesis de Orihuela-Alicante

La responsabilidad más importante que tengo como padre de familia es la educación de mis tres hijos. Ante ella, la primera cuestión clave que se nos planteó fue decidir con quién compartir esta gran tarea. Nuestras raíces cristianas y mi paso por un colegio católico durante mi infancia hasta la etapa postobligatoria, nos llevaron a la decisión de matricularlos en una escuela católica concertada.

Nuestra preocupación como padres en un futuro es que nuestros hijos obtengan una buena formación académica que les permita integrarse en el mundo laboral con un empleo digno, pero por encima de todo ello que sean buenas personas, ciudadanos comprometidos que contribuyan a una mejor sociedad, que sepan salvar las vicisitudes propias que la vida les va a plantear y que vivan plenamente todo lo bueno que van a encontrar.

En nuestro colegio, y digo nuestro porque lo vivimos como una verdadera comunidad familiar educativa (padres, profesores y alumnos), he podido comprobar durante estos años que se está dando respuesta a nuestras inquietudes, eso que tantas veces se llama educación integral, formación plena de la persona.

Por una parte, como escuela no dudo que la formación académica de mis hijos sea lo que necesiten para su desarrollo intelectual. No digo que sea la mejor que podamos encontrar pero sí afirmo el compromiso pleno por parte del profesorado que les está acompañando en que progresen en la responsabilidad, el esfuerzo y la bondad del trabajo bien hecho.

Por otra, como católica nos están ayudando a su desarrollo en los valores que deseamos los conformen como personas en el día de mañana, valores que para nosotros son los que hemos aprendido de nuestros padres y que nos han servido para nuestra vida.

Además de hacerles crecer en algo tan importante que solo se ve necesario en la madurez, la trascendencia de la persona, inculcando en ellos la necesidad de apostar por un proyecto personal de vida desde muy pequeños, buscar su vocación para el desarrollo personal pero, sobre todo, para el servicio a los demás, con el compromiso del respeto, entrega y amor al prójimo.

Y todo ello, gracias a ser una escuela concertada a la que libremente hemos podido acceder y en la que nos están ayudando en todo aquello que necesitamos.

No podemos más que agradecer a este tipo de escuela que nos ayuda a educar a nuestros hijos en el complejo arte de vivir.