Visitar Vitoria resulta una experiencia singular para una persona de Elx. Las similitudes entre la ciudad alavesa y la ilicitana aparecen a cada paso: ambas bordeamos el cuarto de millón de habitantes, contamos con un potente sector industrial y en el diseño del municipio, en algunos puntos tan parecido, impacta la intensa relación con el medio natural.

Resulta imposible no encontrar semejanzas entre el anillo verde de Vitoria, que tiene en los Humedales de Salburua uno de sus grandes hitos, y la atención actual con la que se trata al Parque Natural del Fondo. Resulta esclarecedor también comprobar cómo esa zona aledaña al casco urbano de Gasteiz se supo salvar de la especulación inmobiliaria como en su momento Elx lo hizo con el Clot de Galvany. Tampoco resulta difícil equiparar los largos paseos de los vitorianos alrededor de la ciudad con los de los ilicitanos en torno a su río y pantano una vez haya sido acondicionado gracias al proyecto impulsado por la concejalía de medio ambiente. Concejalía, por cierto, responsable también de una feliz casualidad: si en Vitoria son un centenar de cérvidos los que se ocupan del mantenimiento del anillo verde, en Elx son las ovejas autóctonas, de la raza Guirra, las que naturalmente cuidan los huertos de palmeras.

Comparar Vitoria y Elx, incluso para encontrar diferencias, multiplica la sensación de encontrarnos ante las caras complementarias de una misma moneda: ciertamente nuestro número de días de lluvia es mucho menor, pero no así el compromiso común con la planificación futura y el cuidado del legado histórico. Vitoria, Capital Verde Europea en 2012, y Elx, que aspira a serlo en 2030, comparten trayectoria y voluntad para hacer de sus municipios un atractivo lugar para vivir, trabajar y visitar.

Así nos lo hicieron ver: Elx está dando los pasos correctos en la dirección adecuada y al ritmo que permite afianzar los logros. Nuestro municipio, a través del plan estratégico ELX 2030 está basando su futuro en la sostenibilidad, la ecoinnovación, la creatividad y la digitalización. Lo hace a través de la puesta en valor de recursos naturales como son el Palmeral -uno de nuestros Patrimonios de la Humanidad-, el Fondo, el Pantà y el río Vinalopó, así como los recursos hídricos, agrícolas y paisajísticos del Camp d’Elx, la pinada de La Marina y el litoral virgen ilicitano. Lo hace también a través del impulso de su Parque Empresarial y el futuro Campus Tecnológico, apostando para ello por la innovación y el acuerdo con el tejido económico y universitario de nuestro entorno. Igualmente lo basa en políticas valientes en materia de movilidad sostenible y conquista del espacio público.

Elx lo hace, además, planificando con voluntad de perduración, participación y acuerdo. Prueba de ello fue la declaración institucional sobre el plan estratégico ELX 2030 y el inicio del proceso de candidatura para el reconocimiento como Capital Verde Europea, acuerdos ambos que recibieron el apoyo unánime del Pleno Municipal de l’Ajuntament d’Elx.

Elx ya es una ciudad atractiva para vivir, trabajar y visitar, pero, además, y así nos lo hicieron ver en nuestra visita a la capital vasca, Elx significa un oasis en el Mediterráneo, una singularidad en el sur de Europa. Nuestro municipio ha sabido preservarse de la especulación depredadora, ha diversificado su economía basándola en la industria, los servicios y el turismo, y orienta sus pasos hacia la generación y retención de talento. Elx, ciudad bimilenaria, ya es capital económica del sur de la Comunitat Valenciana y triplemente Patrimonio de la Humanidad, por ello es hora, también, de fijar juntos un futuro sostenible y ejemplar para ella. Así será Elx 2030.