¡Es fácil, divertida y sobre todo deliciosa! La fondue de carne o fondue "bourguignon" se postula como el plato perfecto para las comidas y cenas informales entre familiares y amigos y además esta propuesta no conlleva demasiado trabajo para el anfitrión.

Fundamentalmente debes comprar un buen solomillo, aceite, hacer o comprar, dependiendo de tu grado de entusiasmo, un par de salsas para acompañarla y disponer de una 'fondue'. Todo esto es lo que necesitas para cocinar la carne en la misma mesa y dejar a tus invitados con la boca abierta y lista para saborear.

Los platos más sencillos suelen ser los que mejor envejecen y se convierten en tradición. Y como todas las costumbres, esta también tiene sus reglas no escritas. Lo más recomendable es usar una carne de ternera de primera calidad, y las piezas más tiernas, sobre todo el solomillo o lomo alto, bien limpios de grasa. Otra idea es acompañarla de un arroz frito con verduritas, tortilla francesa trinchada y panceta ahumada.

Las salsas ya dependen de cada gusto. Lo más sencillo es usar una buena mostaza, pero también puedes atreverte con una salsa tártara casera, un chimichurri de hierbas, el chutney o la salsa bearnesa.

El origen de la fondue de carne

La fondue de carne se relaciona a menudo con Nueva York en la mitad del Siglo XX. El chef Konrad Egil se encargó de ponerla de moda con la introducción de su "Fondue Bourguignonne". Sin embargo, la historia de la fondue de carne se remonta hasta la era medieval y se atribuye a monjes franceses y recolectores de uva de los viñedos. Después de largas jornadas de trabajo en los campos de vino, ubicaban ollas en puntos estratégicos para que los trabajadores pudieran cocinar y gozar de un almuerzo al aire libre.

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