El 1 de enero de 2013 la Fundación Casaverde inició un proyecto ambicioso y desafiante: desarrollar el Programa para la promoción de la autonomía personal y la integración social de las personas con discapacidad derivada del daño cerebral sobrevenido, con el apoyo del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y la Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas (Consellería de Bienestar Social entonces) de la Generalitat Valenciana. El objetivo era ofrecer continuidad a un tratamiento rehabilitador que en muchas ocasiones queda sin finalizar, obviando la importancia de facilitar la vuelta del paciente a su domicilio.

Ya en el año 2005, el Defensor del Pueblo en su informe sobre daño cerebral anunciaba que esta problemática debía tenerse en consideración, ya que «configura una realidad sanitaria y social de magnitud creciente y gravedad extraordinaria, que exige ofrecer una respuesta cada vez más especializada».

Las causas más frecuentes de Daño Cerebral Sobrevenido, son los traumatismos craneoencefálicos y la enfermedad vascular cerebral aguda (el ictus). Sus secuelas son muy diversas y dependen del área cerebral afectada y de la gravedad de las lesiones. Incluyen alteraciones motoras, déficit cognitivo, limitaciones comunicativas y trastornos emocionales y de la conducta.

Los ictus constituyen una de las primeras causas de morbilidad y mortalidad en los países occidentales; situándose entre las 10 primeras causas de ingreso en hospitales. Según los datos del INE de 2015, en España el número de altas hospitalarias por enfermedad cerebrovascular fue de 119.353. Los últimos datos de la Comunidad Valenciana señalan que la enfermedad cerebrovascular ha sido la causa de 14.016 altas hospitalarias. Tanto el ictus como el traumatismo craneoencefálico, no solo son frecuentes, sino que a menudo causan dependencia y discapacidad permanentes.

Actualmente en España, la asistencia en la fase aguda del DCS está ampliamente desarrollada y se presta en la red de hospitales del Servicio Público de Salud. No ocurre lo mismo con la rehabilitación en la fase subaguda y a largo plazo ni con los programas de reinserción. En general, existe una falta de coordinación entre los hospitales de agudos y los de larga estancia, lo que dificulta la continuidad asistencial en el tratamiento rehabilitador.

Fundación Casaverde

Por ello, la Fundación Casaverde diseñó este proyecto con el objetivo de dar respuesta a una necesidad no cubierta tanto para las personas que han sufrido daño cerebral directamente como a sus familiares, que también lo sufren de manera indirecta. El programa abarca varias áreas de intervención: área de reinserción social, área de intervención con las familias y área de integración laboral. La intervención la realiza un equipo multidisciplinar de profesionales especializados en el ámbito de la neurorrehabilitación que trabaja de manera coordinada para obtener los mejores resultados.

Es importante eludir en cierto modo el concepto paciente, haciendo que la persona participe del proceso, manifestando sus preferencias, objetivos y sueños, asumiendo que el papel de las personas que nos dedicamos a la neurorrehabilitación es ayudarles a conseguirlo, dotándoles de herramientas útiles para su vida cotidiana y evitando la sobreprotección.

Este es el espíritu de la Unidad de Reinserción del Hospital Casaverde Alicante, seguir luchando y apostando por el potencial de las personas que han sufrido daño cerebral y que aun habiendo recibido un tratamiento rehabilitador en fase postaguda, todavía tienen mucho que dar y avanzar en el camino de la autonomía personal, centrándose en la vuelta a su entorno habitual con la máxima funcionalidad posible, fomentando la conexión y la participación social.

Desde que la Unidad de Reinserción inició su andadura el 1 de enero de 2013 con el Programa para la promoción de la autonomía personal y la integración social de las personas con discapacidad derivada del daño cerebral sobrevenido, más de 400 personas han sido atendidas, entre usuarios y familiares, con resultados muy satisfactorios, ya que se ha conseguido una mejoría funcional en los usuarios y una disminución de la sobrecarga en los familiares.

Los últimos datos de 2016 demuestran la eficacia del Programa para la promoción de la autonomía personal y la integración social de las personas con discapacidad derivada del daño cerebral sobrevenido porque:

El 90% de los usuarios aumentó su independencia en las actividades de la vida diaria (medido con el Índice de Barthel).

Más del 80% de los familiares percibieron menor carga de cuidados al final del programa respecto del ingreso.

Más del 40% habría necesitado una residencia para personas con discapacidad. Este porcentaje pasó al 12,5% al alta.

Un tercio de los usuarios consiguió la independencia total en actividades básicas de la vida diaria.

Estos datos apoyan la necesidad de desarrollar este tipo de programas que van más allá de la rehabilitación en fase postaguda y que tienen como objetivo facilitar la vuelta al entorno social de las personas con daño cerebral en condiciones de máxima funcionalidad, sin olvidar la importancia que tiene el familiar en el proceso.