Tal día como hoy del año 1617, la actual Altea, conocida internacionalmente por su silueta y su casco antiguo, nacía como pueblo tras firmarse junto al Ayuntamiento de entonces, situado en la actual plaza de Francesc Martínez i Martínez, la Carta Puebla que otorgaba don Jaume de Palafox, segundo Marqués de Ariza, a las sesenta familias asentadas en el pueblo que a principios del siglo XVII fueron acudiendo desde el Reino de Valencia, Mallorca y Castilla a la nueva villa amurallada fundada a finales del XVI por el primer Marqués de Ariza, Francisco de Palafox, en lo alto de un promontorio con un castillo, una iglesia y capacidad para sesenta familias.

Para conmemorar esta efemérides, el Ayuntamiento ha invitado a todo el pueblo para que asista hoy a uno de los actos institucionales más importantes de Altea: la celebración de un pleno extraordinario de la corporación municipal a las doce del mediodía en la plaza de Carmelina Sánchez Cutillas, junto al lugar donde se firmó la Carta Puebla, y en el mismo sitio donde el 13 de julio de 1988 se celebró otro pleno extraordinario para presentar la edición facsímil de la Carta Pobla hallada por el historiador Pere María Orts i Bosch e impresa por Ediciones Lanuza. Hace 400 años firmaron el documento de poblamiento de la nueva Altea el procurador de las baronías del marqués, Martí d´Àlava i Palafox, en representación de Jaume Palafox; el alcalde de Altea, Francesc Alvado; el justicia del pueblo, Joan Barber; y los 60 cabezas de familia de Altea. En 1988, asistió al acto de presentación de la Carta Puebla el entonces presidente de la Generalitat Valenciana, Joan Lerma, que visitaba oficialmente por primera vez el municipio, y su alcalde Joan Alvado le concedía, por acuerdo plenario, el Premio Villa de Altea. Y hoy, el alcalde Jaume Llinares presidirá un pleno conmemorativo del cuarto centenario de la actual Altea que será «más histórico que político», según sus palabras, y en donde participarán escolares del municipio «que representarán a la mayor parte de las nacionalidades que conviven en los centros educativos de Altea» leyendo el texto «[...] la pàtria meua era tota la terra encerclada per l'Aitana i per Bérnia i per Puigcamapa, i tot el semicercle de la mar que tremolava entre la ratlla de l'horitzó i la Serra Gelada i el Morro Toix [...]» en sus idiomas nativos «como muestra de que Altea es un pueblo de acogida y plural», afirmó Llinares. Después de los escolares intervendrá la catedrática alteana y profesora de historia de la Universidad de Alicante, Feliciana Sala Sellés, que leerá un texto institucional. Posteriormente habrá parlamentos de diversas autoridades, entre las que estará el presidente de las Cortes Valencianas, Enric Morera. Y cerrará el acto el alcalde. La jornada, que habrá arrancado con un volteo de campanas al mediodía haciendo referencia a esta importante fecha conmemorativa, concluirá con la celebración de danzas y un pasacalle por la zona histórica de Altea.

En el prólogo de la edición facsímil de la Carta Puebla, escrito por Pere María Orts, el historiador afirma que tras la firma de este documento, «el pueblo se vertebró socialmente. Fue alguna cosa más que un nombre y un apiñamiento de casas porque atrás quedaba una casi mítica conquista del Reino de Valencia, llevada a término por el rey Jaime I en el siglo XIII», pues hay que recordar que la primigenia Altea, actual Altea la Vella, fue la plaza que conquistó Jaime I al caudillo árabe Al-Azraq, y que posteriormente fue despoblándose y poblándose por los ataques de los piratas argelinos a estas costas de La Marina. Así lo dice el historiador Jaume Pastor Fluixà en la introducción del documento editado por Lanuza cuando afirma que «la vida de la villa de Altea o la de los pobladores de Altea, Albalat y Bellaguarda [en referencia a la actual Altea la Vella, al caserío que se ubicaba junto a la margen derecha del Algar cerca del actual puente de la autopista AP7, y a la torre vigía junto a la que llegaron a vivir 20 familias] fue migrada y hubo siempre poca población? Esta falta de pobladores fue un problema para los señores de las baronías, que no podían sacar rendimiento si no había vasallos que cultivaran las tierras». Pastor cuenta que en 1597 solo vivía en Altea «el joven de 14 años Jaume Barber, natural de Finestrat, que después fue alcalde de Altea, antes de la expulsión de 1609, cuando la villa nueva de Altea tenía solo unas doce o catorce casas de cristianos viejos».