El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, se enfrenta en plena campaña electoral a dos reveses internos procedentes, por un lado, de su propio equipo de gobierno y, por otro, del seno de su partido. El jefe del Consell tiene que lidiar en esta carrera hacia el 26-J con unas encuestas que apuntan al «sorpasso» en la Comunidad Valenciana de su socia de gobierno de Compromís, Mónica Oltra, si se repitiesen ahora las elecciones autonómicas. Todo ello con un tablero político nacional que ya sitúa al PSOE como tercera fuerza política por detrás de Unidos Podemos, algo a lo que Ximo Puig se refirió ayer con un desafiante «eso ya lo veremos». Y él sabe perfectamente que puede verlo. Durante un desayuno con periodistas, restó importancia a las encuestas que revelan que el hecho de estar en el Gobierno de la Generalitat ha mejorado más la imagen de sus socios de Compromís que la de él mismo y su partido y no dudó en achacar la percepción «actual» de los ciudadanos a un momento «coyuntural». «Lo que importa de verdad es que la percepción general del Gobierno de la Generalitat es buena. Lo preocupante sería que no fuera así». Y añadió que la ciudadanía es consciente de que el poder ejecutivo es compartido y de que se está «gestionando la pluralidad, lo que es un activo de todos».

El peso que va ganando Compromís en la Comunidad -ya logró el «sorpasso» del PSOE en las últimas elecciones autonómicas- evidencia que el gobierno a la valenciana, formado por el bipartito de Puig y Oltra con el apoyo de Podemos, está favoreciendo más la imagen de la formación liderada por la vicepresidenta del Consell que la de los socialistas. Si bien es cierto que el adelantamiento de Compromís al PSPV en las encuestas se produce por unas décimas, no es menos cierto que una formación con arraigo como la socialista, una de las patas del bipartidismo en España, se estanca frente a una fuerza política con una imagen más izquierdista y componente nacionalista.

Puig también se ha tenido que enfrentar en esta campaña electoral a críticas de alcaldes de su partido. Concretamente, a las del alcalde de Alicante, el socialista Gabriel Echávarri, quien cargó contra el Consell por las pocas inversiones que Alicante recibe respecto a Valencia. Dejó entrever que Echávarri no había tenido en cuenta que las «prioridades» del ejecutivo autonómico «han sido las personas» y que sus inversiones han tenido «una mirada social» que ha puesto fin a los desahucios o al copago y con la que se ha logrado la gratuidad de los libros de texto. «Si el modelo de financiación nos lo permite habrá más inversiones», añadió, y negó no estar pediente de Alicante, «una ciudad a la que se le ha dado todo el apoyo para la próxima edición de al Volvo».

Echávarri respondió ayer a las palabras de Puig sin hacer leña del árbol caído. No entró en el debate de las inversiones entre Alicante y Valencia y se limitó a decir, ahora, que «entiende» la situación por la que pasa la Generalitat. «Habrá que esperar otros presupuestos», manifestó. El jefe del Consell, además, no coincidirá en Alicante con su líder nacional, Pedro Sánchez, que estará en la ciudad el día 23, víspera de la cremà. El enfrentamiento con el candidato socialista a la presidencia de España se vuelve a escenificar con la visita que Puig hará a Alicante, pero un día antes. Y casualidades en política no hay.