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TRAS LOS PASOS DE PABLO IGLESIAS

Subidos al tren de Podemos

Desde el AVE y durante su viaje hasta Alicante donde el viernes ofreció un mitin, Pablo Iglesias muestra a este diario su confianza en ganar las elecciones y en remontar las encuestas

Subidos al tren de Podemos

Hasta que no saltan los flases del fotógrafo, la mayor parte de los viajeros que deambulan por los pasillos de la estación madrileña de Atocha no se dan cuenta de que ese chico de chaquetón gris oscuro que arrastra la maleta como miles de viajeros es Pablo Iglesias. Cuando llega a la cinta de seguridad, el fotógrafo empieza a disparar para captar al líder de Podemos quitándose la chaqueta como cualquier mortal, y entonces sí. «Mira, el coletas» señala una señora con pinta de no votar a Podemos ni en sueños, mientras un par de jóvenes se da la vuelta para intentar hacerse un selfie con él. «Pablo, Pablo, mucha suerte...» le gritan, mientras él compone esa sonrisa que luce últimamente y que, según los expertos en imagen, funciona mejor que el ceño fruncido del que abusaba hace unos meses. «Es verdad que sonrío más, pero no es porque lo ensaye o porque me lo digan. Hay veces que me he notado muy enfadado y luego ves que, cuando explicas las cosas más bajito y más tranquilo, te entienden mejor. Es fundamental la feminidad, las mujeres adquieren en política un tono que muchos hombres deberíamos adquirir», señala luego más tranquilo Pablo Iglesias en el tren donde concede una entrevista a este diario mientras viaja hacia Alicante en el AVE para dar un mitin el viernes pasado. En este contexto nombra por vez primera a su socia en la Comunidad Valenciana, Mónica Oltra: «Mónica le ha dado otro tono a la política valenciana, un tono más bajito y mucha humanidad».

Iglesias viaja en turista en un vagón abarrotado de gente anónima. Algunos de los viajeros, cuando se dan cuenta de su presencia, se levantan tímidamente para sacarle una foto con el móvil y darle ánimos. Al preguntarle si no se cansa de esa presencia constante de gente queriendo tocarlo, besarle o hacerle fotos, asegura, lógicamente, que no. «Cuando voy por la calle y la gente me para o me anima, es lo más bonito que se puede vivir. No es un incordio, es un honor», afirma, para añadir una de las frases que no para de repetir en la campaña: «Yo no quiero ser jefe de la gente, yo quiero ser su empleado». Por eso asegura que quiere ser accesible. «Es emocionante que la gente se acerque». Una pena que a su llegada a la estación de Alicante la gente no se le pueda acercar todo lo que algunas personas que lo están esperando querrían ya que Pablo, además de andar deprisa y rodeado de los suyos, no favorece el acercamiento al ir todo el rato hablando por teléfono.

Antes, en el tren, se ríe y se le ve natural. A la pregunta de si, como se dice, ensaya con frecuencia sus intervenciones, responde que no. «Creo que es malo ensayar en política. Luego se nota quien no es natural como se ha visto en los debates. Yo en los actos preparo mucho los contenidos, pero me esfuerzo en ser yo». Por eso,defiende su aparición en el debate de Antena 3 de la semana pasada con camisa y vaqueros al responder a la pregunta de si no teme que su imagen le dificulte captar votos del electorado que, a priori, no es el suyo. «Nosotros somos diversos. Yo llevo camisa pero por ejemplo Juan Pedro Yllanes lleva corbata. Yo a veces también llevo corbata. La gente tiene suficiente madurez y lo que buscan es preparación y capacidad para gobernar, algo que no tiene nada que ver con el precio de traje». Insiste en que no quiere cambiar. «Sigo viviendo en mi piso de Vallecas y estoy muy a gusto allí. No sé si un presidente puede seguir viviendo en su barrio por cuestiones de seguridad , pero yo creo que es bueno que un presidente viva en su casa y salga a comprar como hace la presidenta de la serie Borgen, que va en bicicleta» aludiendo a una de sus pasiones, las serie de televisión.

¿Y lo de ser él mismo incluye cantar una nana a María Teresa CamposMaría Teresa Campos en «Que tiempo tan feliz» y aparecer en otros programas de entretenimiento por donde en esta campaña se van prodigando los candidatos? Aunque admite que hay un riesgo de que se frivolice la política cree que «que los políticos estemos más disponibles para los periodistas es una cosa buena para la democracia. En televisión los medios se han convertido en espacios de sociabilidad política fundamental y creo que es una cosa buena, pero lo que de verdad debería preocuparnos es un presidente que manda un sms a Luis Bárcenas diciéndole: Sé fuerte Luis», añade, aprovechando la respuesta para lanzarle una andanada a Mariano Rajoy.

La llamada

El Ave va pasando por Albacete e Iglesias cambia su tono distendido por un rictus serio. Habla por el móvil con el presidente del Gobierno mientras sus colaboradores más cercanos miran los digitales y buscan información. Se dice que ha habido un atentado en la embajada española en Kabul. «Me dice Rajoy que parece que el objetivo no era la embajada», señala al colgar. A la pregunta de si habla habitualmente con el presidente responde que «cuando son cuestiones de Estado, sí». Aprovechamos esta noticia para abordar con él la cuestión del terrorismo y su oposición frontal a la guerra. «Yo creo que en realidad lo piensa todo el mundo, que la estrategia de los bombardeos y las intervenciones militares no ha funcionando ni en Libia, ni en Afganistán, ni en Siria... Creo que estas intervenciones han favorecido a los terroristas. Hasta Rivera que empezó con el discurso de Aznar está rectificando».

Asegura que no teme que España se quede sola rechazando una intervención militar si lo aprueba el resto de Europa: «España siempre debe colaborar con sus socios pero sobre políticas que sean eficaces, que son las que llamamos cortarle el agua al pez. Digo yo que no habrá países europeos que sigan defendiendo tener relaciones tan estrechas con Arabia Saudí a la vista de la financiación, o que los países de la UE no vayan a exigir a Turquía que controle el contrabando de petróleo de zonas controladas con el Isis que en algunos casos podrían haber llegado a países europeos. Confío en la responsabilidad de nuestro socios», añade el líder de Podemos mientras el tren sigue su marcha y Iglesias y los suyos -entre ellos, la número cuatro por Madrid, Irene Montero, su pareja sentimental, según dicen-, van echando kilómetros.

El jueves en Canarias, hoy (por el viernes) en Alicante, a dormir en Castellón y luego a Barcelona... «Ayer dormí seis horas», confiesa Iglesias, «y otros días mucho menos», pero como dice él mismo, «si uno quiere ser presidente, no tiene que quejarse».

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