PP y PSOE. PSOE y PP. Los dos principales partidos llegan al ecuador de campaña con la imperiosa necesidad de minimizar el auge de los emergentes y lograr frenar así la eclosión tanto de Ciudadanos (C's) como de Podemos, llamados a desempeñar un papel clave en la formación del próximo Gobierno. Conscientes de que todas las cartas están ya sobre la mesa, populares y socialistas focalizarán la última semana de la campaña en atacar la bisoñez de ambos.

Las últimas encuestas les obligan a ello. Y es que por primera vez en décadas, el bipartidismo corre riesgo de sufrir un serio revés en unas generales. Los sondeos auguran un excelente resultado a las formaciones de Pablo Iglesias y, sobre todo, a la de Albert Rivera, pese a no haber gozado nunca de representación en el Parlamento. Ese será, precisamente, uno de los argumentos que esgrimirán los dos «grandes» para intentar taponar la hemorragia de votos el 20-D. Los discursos serán diferentes en la forma, pero coincidirán en el fondo. «España no está para experimentos», sentencian desde el PP. «Ellos no son una alternativa real al Gobierno», detallan desde el PSOE.

Una de las palabras que más repetirán unos y otros durante los próximos días será la de extremistas. El PP, para cargar contra Podemos; y el PSOE, para arremeter contra C's. Ambos intentarán posicionarse en el centro político y censurarán algunas de las propuestas que han incluido sus competidores en sus respectivos programas electorales.

Por partes. Las intervenciones de los dirigentes del PP estarán plagadas de referencias a la economía. Los candidatos populares, con García-Margallo a la cabeza, presumirán de la recuperación que a su juicio está viviendo España, echarán mano de los números y reforzarán la idea de la creación de empleo. Hasta 900.000 nuevos puestos de trabajo prevén crear en la Comunidad durante la próxima legislatura. «Si Podemos o Ciudadanos llegan al Gobierno, España iría a la deriva y se pondría en peligro todo el trabajo realizado hasta ahora», señalan fuentes populares.

En sus intervenciones, los aspirantes del PP también echarán la vista atrás y resucitarán a Zapatero. «Claro que recordaremos cómo estaba España cuando entramos al Gobierno y pondremos en valor cómo está ahora», apostillaron. Y junto a todo ello se hablará de propuestas. De agua, de financiación autonómica y del impulso de infraestructuras estratégicas como el Corredor Mediterráneo, principalmente.

Los socialistas, por su lado, niegan haber recibido directrices desde Madrid para atacar a Podemos y C's, aunque corroboran que las críticas hacia ambos seguirán estando muy presentes en los días decisivos de la campaña. «Albert Rivera sólo aspira a quitarle el puesto a Soraya (Sáenz de Santamaría) y convertirse en el vicepresidente de Mariano Rajoy, mientras que Podemos no es alternativa al Gobierno», sentencia un destacado dirigente del PSOE en la provincia.

La formación de Pedro Sánchez, además, intentará arañar votos situándose en el centro del tablero político. Se autodefine como el único partido capaz de captar sufragios «de todas las capas del electorado» y subraya que «desde los extremismos» no se consiguen apoyos.

En cuanto a las propuestas, serán similares a las del PP, aunque con otro prisma. Por ejemplo, en materia de financiación. Los socialistas alicantinos intensificarán durante los próximos días el mensaje de que la Comunidad ha estado infrafinanciada y acusarán a Rajoy de haber aplazado la revisión del sistema para no abrir una guerra civil en su propio partido.

Otro de los pilares de las intervenciones del PSOE serán los recortes que han acometido los populares desde que accedieron a la Presidencia del Gobierno. Censurarán la pérdida de derechos y, de paso, se comprometerán a reforzar las partidas sociales.

Y todo, con el objetivo de contentar al cerca de 40% de indecisos que hoy todavía no tiene claro a quién depositar su confianza. Ahí estará la calve del 20-D. El partido que consiga convencerles tendrá el camino allanado. La respuesta, en siete días.