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La expulsión de su líder en Valencia pone al PP contra las cuerdas en vísperas de la campaña

Fabra ordena suspender de militancia a Rus y lo aparta de sus cargos en la cúpula popular

Alfonso Rus, hasta ahora, líder del PP en Valencia en una imagen tomada hace unos meses en su escaño de las Cortes. efe

Un día y medio después de que salieran a la luz las grabaciones de la trama de corrupción que ha salpicado a Alfonso Rus -líder de los populares en Valencia y presidente de la Diputación- y que se extiende por distintas instituciones bajo mando del PP, Alberto Fabra sentenció ayer la carrera política del alcalde de Xàtiva. En vísperas de una campaña electoral decisiva para el PP y pese a no existir imputación, la crudeza de las conversaciones grabadas -en una de ellas Rus acompaña al gerente de una empresa pública contando dinero de una presunta «mordida»- ha llevado a Fabra a ir un paso más allá y, en un hecho sin precedentes, precipitar la caída del líder provincial cuando restan cinco días para que arranque una carrera hacia las urnas -la más decisiva de las últimas dos décadas- en la que el PP se juega el control de la Generalitat y de decenas de municipios.

Tras varias jornadas de contactos infructuosos encaminados a que Alfonso Rus dimitiera, los hechos se desencadenaron a partir del mediodía. Antes de que se hiciera pública la decisión del PP de ponerle de patitas en la calle, el alcalde de Xàtiva -uno de los cargos con más poder de los populares valencianos y aliado natural de Rita Barberá- emitió a las 16 horas un duro comunicado que suponía un pulso en toda regla: ni se marchaba como presidente del PP en la provincia de Valencia, ni como edil, ni tampoco de la institución provincial. Afirmaba sentirse «indefenso y víctima de un ataque informativo y político brutal, enmarcado en una campaña electoral y por razones políticas». Rus además, dejaba claro en su comunicado que no está «imputado» para evidenciar que no sobrepasa las «líneas rojas» de Fabra. Aunque se cuidó, eso sí, de no atacar a la dirección regional del PP para no dar motivos para su expulsión, como ocurrió con Rafael Blasco.

Para entonces, la situación de Alfonso Rus era ya la «comidilla» en todos los corrillos del PP, incluso, en Alicante. Al aparecer las grabaciones y convertirse el escándalo de la trama de presunto cobro de comisiones en una noticia de alcance nacional, las alarmas se habían disparado también entre los populares alicantinos. Cuando las noticias por corrupción tienen amplificador en toda España, apuntaba un dirigente del PP, acaban salpicando a toda la Comunidad. Durante un acto en Elche celebrado al mediodía, el vicesecretario nacional del PP, Esteban González Pons, ya trasladó a un grupo de dirigentes de los populares alicantinos que Génova daría todo el respaldo a la decisión que tomara Alberto Fabra. A eso se sumaba que Mariano Rajoy no podía visitar el martes la ciudad de Valencia a 48 horas de arrancar la campaña con la «patata caliente» de Alfonso Rus sin resolver.

A esas horas, a pesar de su resistencia, el alcalde de Xàtiva ya sabía que estaba sentenciado. Fabra lo tenía decidido: era dimisión o salida forzada. Tenía de plazo hasta el mediodía. Poco después de las seis de la tarde, el presidente regional del PP anunciaba la apertura de un expediente disciplinario contra Alfonso Rus y le suspendía provisionalmente de sus funciones como presidente provincial del PP de Valencia, cargo que pasa a asumir en funciones Vicente Betoret, hasta ahora secretario general de la provincial. De sus cargos públicos, presidente de la Diputación y alcalde de Xàtiva, Fabra no puede destituirle. La batalla se traslada ahora a esas instituciones. En paralelo a ese relevo, Fabra pedía a Génova que inicie el trámite de suspensión cautelar de militancia. Es la cúpula de Génova la competente para aplicar medidas disciplinarias contra Rus al ser este miembro nato de la Junta Directiva Nacional. A última hora de la tarde, la dirección nacional del PP ratificaba todas las resoluciones propuestas por Alberto Fabra, incluyendo también la suspensión de militancia.

El jefe del Consell apelaba en su escrito al «deterioro público muy significativo de la imagen del PP» tras las «informaciones recogidas por varios medios sobre posibles hechos llevados a cabo» por Rus. Las conversaciones reveladas por este periódico entre Marcos Benavent, exgerente de una empresa pública, y Máximo Caturla, vicepresidente segundo de la Diputación y antiguo consejero de Ciegsa -la empresa de la Generalitat que se dedicaba a hacer colegios- se refieren al reparto de presuntas comisiones por las que se interesa Rus. El titular del Consell también argumenta en su escrito que los cargos del PP «han de observar la máxima ejemplaridad [...] absteniéndose de cualquier conducta que, aún siendo legal, pueda dañar la imagen u honorabilidad» del partido. Para justificar su decisión, Fabra apela a la vulneración del artículo 13.1. i) de los Estatutos del partido. Madrid, que sigue la situación con preocupación los últimos días, estaba al tanto de las operaciones. Fabra estaba acelerando para cortar la crisis este fin de semana antes del acto con Rajoy del martes y de que se inicie la campaña en la madrugada del viernes.

La decisión estaba cantada desde hace una semana. Concretamente desde que el pasado sábado Fabra se plantó en Xàtiva para advertir a Rus de que si se filtraba una grabación que evidenciara «conductas reprobables» se tendría que marchar sin esperar a que se produjera la imputación. La aparición de las grabaciones, publicadas por este periódico, son apenas un extracto de las diez horas que EU ha entregado en la Fiscalía Anticorrupción y que llevan de cabeza a todo el PP. La comunicación entre Fabra y Rus nunca fue buena. Ni siquiera correcta. Y el final ha sido una metáfora perfecta, con mediadores entre uno y otro que no consiguieron sus objetivos. El jefe del Consell no ha logrado hablar en los últimos días con Rus, apuntan desde Presidencia. El jueves, incluso, lo llamó al Palau de la Generalitat para negociar la salida y Rus le plantó.

Han sido la coordinadora del PP, Isabel Bonig, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, quienes han tratado de hacer entrar en razón a Rus y que diera un paso atrás. Ni siquiera su mano derecha, Emilio Llopis, consiguió ese objetivo, según las mismas fuentes. Aunque desde el entorno del presidente de la Diputación de Valencia señalaron que Fabra «ni siquiera le ha llamado» para comunicarle la decisión. Finalmente, la disputa se resolvió en público. Presidencia exigió a Rus una respuesta sin más dilación. Y lo hizo, pero no en privado, sino en un comunicado. Evidenció la bronca y a Alberto Fabra no le tembló el pulso. Tomó una decisión drástica que abre la caja de los truenos en el PP.

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