El PP no las tiene todas consigo sobre los efectos de una intervención masiva de José María Aznar en la campaña. En cambio, las causas están claras. Hasta el expresidente del Gobierno le ha cogido miedo a su hijo Vox. No le preocupa tanto perder ante la izquierda como quedar en ridículo frente a su sucesor, Mariano Rajoy, a quien culpa de haber reblandecido el partido.

A finales del año pasado, con la euforia de las andaluzas todavía sin disolver, Aznar se deslizaba con cuidada ambigüedad entre Vox, PP y Ciudadanos. Se advertía, sin embargo, que el partido de Albert Rivera empezaba a molestarle, como un entrometido en sus planes de cabalgar sobre dos corceles. Al plantearle que en algún momento debería definirse, podía torear con elegancia que "el PP tiene la primacía del centroderecha español. Antes era la fuerza única, ahora comparte espacio con dos, pero seguirá siendo la fuerza mayoritaria".

Aznar se las prometía muy felices tras recuperar la Junta de Andalucía. De ahí su seguridad sin fisuras, cuando se le planteaba la hipótesis adversa de que el sprint de Vox llegara a fagocitar a los populares. "Sinceramente, el PP es un partido sólido y tiene un liderazgo muy renovado. Pablo Casado es un líder con condiciones y convicciones extraordinarias, su acción política lo está demostrando". Más allá de la confianza en su delfín, también se transmitía el deseo de permanecer en segundo plano, porque el trabajo físico corresponde a los jóvenes.Las encuestas han desatado el pánico

Si ayer no existía el mínimo riesgo de fagocitación, a qué viene el cambio de tono y de preocupación de Aznar. Hoy predica categórico, sin tenerlas todas consigo, que "o se unifica el voto constitucional o se corre el riesgo de perder las elecciones y, con ello, el sistema constitucional que conocemos". Las encuestas han desatado el pánico entre quienes despachaban a la ultraderecha moderada como un vástago fácil de embridar.

Después de Andalucía, el expresidente se negaba a calificar de populista a Vox, porque "quiere reformar cosas desde la Constitución, pero no quiere terminar con el sistema político". Y ahora se revuelve contra su hijo pródigo al grito de "a mí, mirándome a la cara, nadie me habla de una derechita cobarde".

Teodoro García Egea se adelantó a ofrecer ministerios a Vox, y el PP está hoy recorrido por el escalofrío de tener que solicitar carteras a su vecino. No hay para tanto, aunque es obligado preguntarle al expresidente del Gobierno si también ha cambiado su opinión sobre el titular de aquella entrevista, "Casado es sin duda mucho mejor de lo que fue Aznar".