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CORONAVIRUS

Un triángulo de agravio en la desescalada del confinamiento por el coronavirus

Malestar en Aspe y Monforte al no pasar a la fase 1, mientras la vecina Novelda lo logra con la misma evolución de la pandemia

El centro urbano de Novelda al mediodía de ayer en el primer día de desconfinamiento fase 1. ÁXEL ÁLVAREZ

La desescalada del coronavirus decretada por el Gobierno central ha separado a los vecinos de Aspe, Monforte del Cid y Novelda en su anhelada vuelta a la «nueva normalidad». Las tres poblaciones pertenecen a la comarca del Medio Vinalopó, confluyen en un radio de cinco kilómetros y mantienen estrechos vínculos históricos, personales, comerciales, agrícolas e industriales. Pero mientras Novelda ha progresado a la fase 1 del desconfinamiento, Monforte y Aspe se han quedado ancladas en la fase 0. Un agravio comparativo que ha sido calificado de «injusto y paradójico» por los ayuntamientos afectados y que ha generado un lógico malestar entre sus ciudadanos. Máxime teniendo en cuenta que la incidencia de la pandemia no ha tenido un especial contraste entre sus respectivos vecinos, además de que en los tres municipios se han adoptado medidas de prevención idénticas y ha existido, salvo excepciones muy puntuales, un alto grado de cumplimiento de las directrices establecidas por las autoridades sanitarias.

Sin embargo el Departamento de Salud de Elda, al que está adscrito Novelda, ha obtenido luz verde para pasar a la fase 1 mientras las áreas sanitarias de Alicante -de la que depende Monforte del Cid- y Elche -en la que está incluida Aspe- siguen en la fase 0. Osea, en este caso la triple decisión se debe a una cuestión meramente administrativa. Una línea trazada en un mapa ha determinado la medida aplicada por el Gobierno de España, dando lugar a situaciones tan absurdas como ineficaces en la lucha contra la pandemia. Por ejemplo, un noveldense puede desplazarse sin ningún problema a Monforte del Cid o Aspe pero no al contrario porque, en tal caso, los aspenses y monfortinos serían sancionados.

La principal desventaja que van a sufrir Monforte y Aspe es el retraso en la apertura de comercios. Muchos de ellos estaban preparados para retomar ayer su actividad pero se han quedado con las puertas cerradas. El segundo perjuicio, pero no menos importante, es la restricción de la movilidad ya que, bien sea por visitas familiares como profesionales, los monfortinos y los aspenses no podrán desplazarse por el resto del territorio de la provincia ni acudir a sus segundas residencias. También resulta controvertido que cada una de estas poblaciones esté adscrita a tres áreas de salud distintas. Es decir, que carezcan de unidad administrativa desde el punto de vista comarcal, lo que también implica que unas poblaciones disfrutan de algunos servicios médicos de las que otras carecen. Y, en la mayoría de las ocasiones, las especialidades médicas y quirúrgicas que no existen en Elche o Elda acaban derivándose al Hospital de Alicante.

Pero como todo en la vida puede relativizarse siguiendo el célebre poema de Ramón de Campoamor: «Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira», los más optimistas del lugar también aluden a las ventajas que supone no haber alcanzado la fase 1. Por lo general se ha demostrado que el exceso de prudencia ha beneficiado en otros países la contención del coronavirus. En consecuencia, ya que las cifras no oficiales de contagio en Aspe y Monforte del Cid han sido bajas, quizás unos días más de confinamiento no vendrán mal para retrasar un posible repunte de la enfermedad, sobre el que la comunidad científica lleva semanas advirtiendo si se relajan en exceso las medidas de aislamiento.

También permitirá a las autoridades sanitarias estudiar la evolución del virus en las poblaciones colindantes que hayan alcanzado la fase 1 y, de paso, estudiar las incidencias que puedan haberse dado para introducir las medidas correctivas convenientes. Entre otros motivos porque esta terrible pandemia ha evidenciado, más que nunca, que la dicotomía «acierto-error» ha prevalecido ante la ausencia de experiencias previas para abordar el problema. En cualquier caso el Covid-19 no distingue términos municipales ni comarcales, provincias ni áreas de salud, todo al final queda a expensas de la responsabilidad individual y, si no se respetan las normas básicas de prevención, es indiferente la fase de libertad frente al virus en la que se encuentre cualquier territorio.

Ese espíritu de resignación y cabreo es el que han mostrado a este diario la mayoría de los vecinos entrevistados ayer en las dos localidades agraviadas. En Aspe comentaba Javier Andreu, de 58 años, que «aunque es una cuestión de zonas sanitarias, parece ser que a última hora ha habido un cambio en los criterios. Eso es injusto y lleva a que la gente pase a final de cumplir el confinamiento al pensar que nos están tomando el pelo. Pero ahora no nos queda otra que aguantar un poco más». Sin embargo la aspense Gema Martínez, de 50 años, considera que «si lo han hecho así es porque sus motivos tendrán y, en tal caso, me parece bien porque me imagino que lo harán por mejorar nuestra seguridad».

En cambio a la monfortina Guadalupe Morales, de 55 años, le parece «mal porque estamos cumpliendo con todos los requisitos desde el principio y no entiendo porque nuestra localidad se ha quedado fuera de la medida. Es algo que me ha sorprendido y que no entiendo». Su paisano Víctor Tomás Botella, de 54 años, se manifiesta de un modo más conciliador: «si las autoridades lo han considerado así habrá que aguantar y esperar una semana más. Es que no hay más remedio. Pero, eso sí, espero que el próximo lunes la situación cambie y nos pasen a la siguiente fase».

Aunque Novelda es una de las ciudades «privilegiadas», el vecino Francisco Javier Molina, de 58 años, opina que «la decisión que se ha tomado con Aspe y Monforte es una mala pata. Debe responder a cuestiones sanitarias y al que le toca le toca pero en poco tiempo pasarán a igualarse a nosotros». También el noveldense Juan Luis Pacheco, de 32 años, criticaba ayer lo ocurrido con las poblaciones vecinas. «Lo que les han hecho no lo veo ni bien ni lógico. Puedo comprender que desde el Ministerio de Sanidad tengan que delimitar poblaciones, pero es que en este caso son pueblos limítrofes que han actuado correctamente y no han tenido tantos casos de contagio».

Mucho más indignados se han mostrado los alcaldes de Monforte y Aspe, María Dolores Berenguer y Antonio Puerto respectivamente. Ambos son miembros de Izquierda Unida y el sábado enviaron sendas cartas a la Conselleria y al Ministerio de Sanidad para mostrarles su malestar por no progresar en la desescalada del coronavirus. «Resulta paradójico y muy complicado de explicar a mis conciudadanos que, otras poblaciones vecinas como Novelda, que está a cinco kilómetros de distancia, sí pase a la fase 1 al formar parte del Departamento de Salud de Elda», subrayaba la alcaldesa calificando la situación de «enorme agravio comparativo a todos los niveles». La primer edil, al igual que el alcalde de Aspe, exige conocer los criterios exactos que ha seguido el Ejecutivo de Pedro Sánchez y que han dado lugar a un trato discriminatorio. «Nuestro municipio tenía mejores indicadores que Elda, Monóvar y Novelda y, sin embargo, ellos sí han pasado a la fase 1 y nosotros no», ha puntualizado con malestar Antonio Puerto.

Éste es, en suma, el incongruente resultado de la desescalada asimétrica y de la asimetría de la desescalada en el conjunto de la Comunidad Valenciana.

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