Aspe reiteró ayer su cita con la Jira, su «último jueves» -dado que se celebra cada último jueves antes de la Cuaresma- que llena de color, fiesta y música la localidad desde el siglo XIX en una tradición que ha pasado de generación en generación y que está declarada Fiesta de Interés Turístico Provincial.

El buen tiempo acompañó ayer la celebración en la que participaron 10 jiras, 4 infantiles, una juvenil y 4 adultas, además de una décima que no concursó.

En torno a las 10 de la mañana comenzó el desfile, que finalizó en la Plaza Mayor, donde cada año está instalado un escenario en el que actúan por turnos las diferentes Jiras al ritmo de la Banda de Música local. Tal como ha señalado Rosa María Martínez, concejala de Fiestas, «suelen elegir melodías de canciones conocidas o populares a las que les cambian la letra por otra más local, cercana y divertida». el Ayuntamiento de Aspe concede los premios en las tres categorías que se entregarán el sábado cuando las agrupaciones volverán a actuar.

La Jira se remonta al menos al siglo XIX. Antiguamente, los aspenses «se vestían con delantales, con ropa diferente a la que solían llevar. Formaban grupos grandes (Jiras) todos ataviados de la misma manera, que se reunían y cantaban canciones graciosas inventadas por ellos mismos relacionadas con este evento», tradición que se ha mantenido.

Como resalta la concejala, también se ha mantenido la tradición de «comer arroz con conejo y torrijas, así como pasar el día en el campo». Este acto cuenta con la colaboración de la Asociación Cultural La Jira de Aspe, que se encarga de su correcto funcionamiento, así como del orden en el desfile, entre otras muchas cuestiones.

Rosa María Martínez ha explicado a este diario que «posiblemente el nombre de Jira venga de la tradición oral, ya que 'irse de jira' significa ir a pasar el día en el campo». De hecho, en la actualidad sigue siendo «un día rural».