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Petrer

La última sede del Gobierno de la II República será escenario de visitas teatralizadas en Petrer

El Ayuntamiento inicia contactos con el dueño de la finca El Poblet, tras su declaración como BIC, para regular el acceso de personas

La propiedad solo puede contemplarse desde el exterior porque el acceso está prohibido. JUAN MIGUEL MARTÍNEZ

La finca El Poblet de Petrer abrirá sus puertas 80 años después de albergar los dos últimos Consejos de Ministros del Gobierno de la II República. La declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de este enclave histórico de la Guerra Civil ya es firme, tras su publicación en el Diario Oficial de la Generalitat Valenciana, lo que permitirá abrir líneas de cofinanciación con el Consell para llevar a cabo actuaciones en este bien privado.

El Ayuntamiento de Petrer también ha iniciado negociaciones con los dueños de la finca, la familia del alicantino Eliodoro Gras, para tratar de alcanzar un acuerdo que regule las visitas. La normativa establece que la propiedad deberá permitir el acceso controlado de personas cuatro días al mes. Pero no especifica el número máximo de visitantes, las horas, zonas reservadas ni precio de la entrada. Son aspectos que el concejal Fernando Portillo, responsable de las áreas de Patrimonio y Memoria Histórica, consensuará con los dueños, a los que también expondrá su intención de realizar visitas guiadas y teatralizadas en el amplio recinto.

Situado a dos kilómetros del casco urbano, el origen del caserío agrícola y de recreo, que linda con los términos de Elda y Sax, se remonta a principios del siglo XIX. Su primer titular fue Jaime Tortosa y con el tiempo pasó a manos de Vicente Amat Furió, un juez de Petrer asignado a un tribunal de Madrid, que a principios del siglo XX lo vendió a Plácido Gras, el padre de Eliodoro Gras, que con 103 años sigue cuidando de la herencia familiar con un especial mimo.

La finca, de 30 hectáreas, tres edificios, jardines, pinada y olivar, fue confiscada por el Gobierno de la II República al estallar la Guerra Civil recibiendo el nombre en clave de «posición Yuste». Primero se utilizó como hospital de sangre para heridos leves, después se convirtió en colonia de niños refugiados y finalmente fue el centro del control aéreo. En la recta final de la contienda también albergó la residencia del presidente del Gobierno, Juan Negrín, que fijó en la vecina localidad de Elda la Subsecretaría del Ejército de Tierra y en El Poblet la última sede del Ejecutivo español. Fue concretamente entre el 25 de febrero y el 6 de marzo de 1939. Diez días de reveses que los máximos mandatarios políticos y militares, entre los que se encontraba el jefe del Ejército del Centro, Segismundo Casado, y el subsecretario de Propaganda, Julián Soley Conde, vivieron con angustia, pesimismo, tensión y debacle ante el avance de las tropas del general Franco. De hecho, a las tres semanas el dictador proclamó su victoria aunque la cúpula republicana ya había huido al extranjero. La finca fue devuelta entonces al padre de Eliodoro Gras «y es de agradecer el esfuerzo que la familia ha llevado a cabo, durante estos ochenta años, para conservar este histórico lugar en unas condiciones tan buenas», ha destacado el edil Fernando Portillo.

Brigadistas internacionales

El enclave atrae cada año a cientos de personas que tienen que conformarse con contemplarlo desde el exterior porque el recinto está vallado y el paso prohibido. El interés que genera el «turismo de guerra» tuvo un singular exponente el pasado mes de abril cuando un centenar de descendientes de brigadistas internacionales, la mayoría ingleses, franceses y holandeses, acudieron a El Poblet. Consciente de esta situación, el gobierno socialista de Petrer quiere incluir esta visita en la ruta teatralizada «Del Vinalopó al exilio». Una exitosa actividad que suele comenzar en el refugio antiaéreo y el nido de ametralladoras de Petrer. Posteriormente los participantes se dirigen a Elda, donde contemplan la vara de mando original del presidente Azaña y el Casino. Por último, el grupo se desplaza en autobús hasta la pedanía monovera de «El Fondó», donde acceden al refugio subterráneo camuflado, entran a la escuela rural reconvertida en centro de interpretación de la Guerra Civil y pasean por el lugar donde estaba el aeródromo. Desde allí partió al exilio el Gobierno de la II República tras dinamitarse la política de Negrín basada en el «resistir es vencer».

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