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Aspe introduce el novedoso cultivo del aloe vera y lo exporta a Francia y Bélgica como alimento y cosmético

Una pequeña empresa familiar se embarca en la producción de esta planta para adelantarse a las nuevas condiciones de temperatura y recursos hídricos que el cambio climático impondrá en el campo

Imagen panorámica de la finca de Aspe donde ha comenzado a cultivarse el aloe vera.

La realidad que impone el cambio climático así como la reducción de los recursos hídricos obligan al sector agrícola a evolucionar. Pero lo tradicional también puede ser innovador. Una premisa que ha llevado a una pequeña empresa familiar de Aspe a iniciar la explotación de aloe vera ecológico en la localidad, donde las condiciones de suelo y clima son perfectas. De momento la finca, de una hectárea y más de 8.000 plantas, ya ha comenzado a dar sus primeros resultados.

«Desde siempre hemos tenido inquietud en desarrollar nuevas vías de negocio y nuevas oportunidades para la agricultura de Aspe. Y vimos que, en muchos casos, lo más innovador es lo más tradicional y, de hecho, el aloe vera es una planta mítica, de propiedades reconocidas tanto como uso tópico como alimento a lo largo de la historia de la humanidad», explica la gerente de Naturaspis Aloe Vera, Ana Isabel Hernández. Su planteamiento era hacer una apuesta de explotación agrícola vinculada al territorio, con el menor impacto posible al medio ambiente que no fuera gran consumidora de recursos como el agua y, por las características de la planta, «se sintiera como en casa, porque el aloe vera es uno más de los nuestros, es muy de aquí», dice Hernández.

Este cultivo requiere pocos insumos, reduce a cero los tratamientos y el uso masivo de fertilizantes y su consumo de agua es muy residual con respecto a otros cultivos tradicionales en la comarca. «El cambio climático obligará al sector a cambiar muchas técnicas de cultivo y a apostar por otros. No se trata de renunciar a nuestros productos tradicionales, sino a diversificar y a modificar nuestra forma de hacer las cosas a pie de finca», advierte.

Las primeras cosechas se han destinado al mercado exterior, Bélgica y Francia, donde las hojas de aloe se pueden encontrar en supermercados convencionales. Pero la pyme también está potenciando los canales cortos. «Sí, pensamos que este producto debe y puede estar en todos los hogares. Y la apuesta del comercio directo entre productor y comercio finalista ofrece garantías en seguridad y rentabilidad para los tres agentes: productos, comerciantes y cliente final», comenta la gerente de la novedosa explotación. Pero en el canal corto también se comercializa el aloe en lugares especializados que ofrecen artículos de calidad, como en el Mercado Central de Alicante y establecimientos de Sant Joan.

En el Vinalopó este cultivo es pionero y en el conjunto de la provincia solo hay constancia de una finca en Pilar de la Horadada.

La planta maravillosa

El «aloe vera barbarensis» tiene múltiples utilidades. En el uso tópico protege de los efectos del sol, hidrata, actúa como inflamatorio especialmente en picaduras de insectos, es cicatrizante y regenera la piel. «Pero además, tiene mil propiedades y usos en la cocina. Además, uno de los embajadores de este producto es el prestigioso Quique Dacosta», comenta Ana Isabel Hernández.

La composición del aloe vera reúne los principales aminoácidos esenciales, 20 minerales importantes para una buena salud, 12 vitaminas y polisacáridos. Se recomienda para el tratamiento de control de peso, para dolencias estomacales, como complemento vitamínico, por sus efectos positivos en la piel, la mejora del sistema inmunológico, hepáticos, cardiaco y por la mejora en diabetes. Tomado en zumos en mezcla con cualquier fruta, en ensalada en fresco, como espesante y en repostería ya que puede sustituir perfectamente el uso de harina. «El aloe de calidad no tiene sabor pero asimila y potencia aquellos sabores con los que se combina», destaca finalmente la responsable de la plantación recordando que Cristobal Colón sabía que llevar esta planta en los barcos era básico para sobrevivir en sus periplos transatlánticos.

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