El cierre de Calzados Erika SL de Elda, que lleva al paro a 60 trabajadores, aumenta la preocupación del sector zapatero del Medio Vinalopó ante un futuro que se vislumbra incierto.

Las grandes compañías internacionales, de las que depende buena parte de la producción del calzado de Elda y de los municipios vecinos como Petrer, están tratando de ampliar sus márgenes de rentabilidad sin atender a otros condicionantes. Algunas de estas comerciales cotizan en bolsa, o están sujetas a las imposiciones del capital riesgo, y para lograr sus objetivos llevan dos años ajustando los precios de los fabricantes y proveedores locales hasta límites «insostenibles», tal y como señalan algunos empresarios de la zona consultados por este diario. «Y lo que es peor, en algunos casos han puesto en marcha un proceso de externalización de parte de la producción a terceros países. Fundamentalmente a China», añaden. De este modo buscan reducir costes de fabricación con mano de obra barata para multiplicar sus beneficios a corto plazo. «No parece importarles que el acabado final del producto pierda la calidad inherente a un zapato femenino de segmento alto». Un artículo de lujo cuya fabricación solo está al alcance de las manos artesanas y experimentadas de las zapateras y zapateros de Elda y comarca.

Sobre esta política empresarial los expertos no auguran nada bueno. Consideran que las acciones de las multinacionales bajarán a medida que las ventas disminuyan como consecuencia directa de la pérdida de calidad del producto. Admiten, no obstante, que estos efectos no se plasmarán a corto plazo en la cuenta de resultados. Pero en un plazo medio los efectos serán tan patentes como difícilmente reversibles.

Fijos discontinuos

La sociedad limitada unipersonal Calzados Erika es una de las «víctimas» de este proceso. La mercantil se constituyó hace diez años y actualmente se encontraba ubicada en el polígono industrial Campo Alto de Elda. La mayor parte de los operarios estaban contratados como fijos discontinuos y el pasado miércoles la dirección de la mercantil les hizo entrega de las cartas de despido. Este diario ha intentado contactar en los dos últimos días con la administradora pero ha resultado imposible. Sin embargo, fuentes cercanas a la firma han señalado que la mayor parte de su producción en serie tenía por destino una compañía norteamericana que, desde 2015, comercializa una marca de calzado de piel de señora conocida en todo el mundo.

Rentabilidad

Paradójicamente los datos económicos que Calzados Erika ofrecía hasta su cierre eran positivos. De hecho, su franja de ventas oscilaba entre los 3 y 6 millones de euros y la rentabilidad económica de los ejercicios 2017 y 2018 fue del 3,21% y del 2,4% respectivamente. Pero no es el único aspecto a destacar. Su rentabilidad financiera en 2017 llegó al 14,91% mientras que en 2018 fue del 13,44%, y la cifra de ventas de la empresa creció un 76,18% entre 2017 y 2018, ofreciendo el resultado neto de la firma un crecimiento del 0,22% en el mismo periodo.

Voces solventes del sector advierten de que una decena de firmas de Elda y comarca, todas ellas pymes del calzado o sector auxiliar, se encuentran en una «situación límite» por la misma problemática. Un escollo al que hay que añadir las dificultades endémicas con las que esta industria tradicional del Vinalopó viene sobreviviendo desde hace treinta años.