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Novelda

El nuevo colector pluvial provoca el vertido de aguas fecales al río en caso de lluvias intensas

Miles de toallitas aparecen esparcidas por el trazado urbano del Vinalopó en la primera tromba de agua tras finalizar la obra - La actuación de la Conselleria de Medio Ambiente para evitar inundaciones en el centro de la ciudad ha costado 1,5 millones

Las toallitas higiénicas en un zona urbana del cauce del río muy frecuentada por deportistas. ÁXEL ÁLVAREZ

La primera tromba de agua caída en Novelda ha demostrado la incapacidad del nuevo colector de la red pluvial de la zona centro para evitar que las aguas residuales acaben en el río Vinalopó. El problema se detectó con las últimas lluvias intensas cuando miles de toallitas higiénicas acabaron esparcidas por el cauce en pleno casco urbano. Exactamente a la altura de la rotonda del principal acceso a la ciudad, junto a un sendero muy frecuentado por caminantes, corredores y ciclistas. La situación ya ha suscitado quejas vecinales y críticas ecologistas por el impacto estético y ambiental que se ha producido.

El proyecto para la captación y canalización de aguas pluviales finalizó el pasado mes de julio y ha sido ejecutado por la Conselleria de Medio Ambiente con una inversión de 1,5 millones de euros y más de un kilómetros de tuberías. Con esta actuación se atendía una vieja reivindicación del municipio para evitar las continuas inundaciones de casas, garajes y comercios que las lluvias torrenciales producían en el centro de la ciudad. La nueva conducción pluvial ha acabado efectivamente con este problema pero ha generado otro, en este caso medioambiental, que no existía hasta la fecha.

La decisión de compartir, en la misma conducción subterránea, las aguas fecales procedentes de las viviendas y el caudal de las lluvias es el origen del problema. En circunstancias normales y con lluvias moderadas el flujo se canaliza sin problemas hasta la estación depuradora de aguas residuales a través de un aliviadero de grandes dimensiones construido junto a la rotonda ubicada frente al instituto La Mola y la confluencia de la Avenida de Benito Pérez Galdós con la calle Sargento Navarro.

Pero cuando el volumen de las precipitaciones es muy elevado y se registra en un corto de periodo de tiempo el colector se colapsa y no puede impedir que parte de la carga se vierta al río Vinalopó. Y eso ha sido precisamente lo que ha pasado un mes después de recepcionarse una obras que, en cualquier caso, se encuentran en periodo de garantía.

En enero de 2018 el concejal de Calidad Urbana y Medioambiental, Francisco Cantos, informó tras, una visita a las obras, que «el aliviadero permitirá verter las aguas al río Vinalopó cuando, en caso de lluvias torrenciales, sea imposible derivar todo el caudal hacia la estación depuradora. En este caso -añadió- el vertido al Vinalopó se realizará cuando la dilución de las pluviales y las residuales alcance las proporciones razonables y permitidas». Sin embargo, los vertidos sólidos en forma de toallitas higiénicas no deberían haber alcanzado nunca el cauce del río. Aunque se trata de un colector unitario para aguas pluviales y residuales, las tuberías utilizadas son de gran capacidad. De 1,80 metros de diámetro en su mayor parte. Pero con el cambio climático son cada vez más los técnicos que piden a la Administración que revise los parámetros máximos de lluvia que pueden soportar los cascos urbanos.

La conducción aprovechó una infraestructura «desconocida» para finalizar los trabajos

El anterior gobierno de UPyD-PP y la dirección de obra acordaron cambios en el proyecto inicial para evitar nuevos retrasos

La contrucción del colector centro de aguas pluviales se inició a principios de 2018. Pero se paralizó en mayo por una serie de imprevistos que obligaban a Medio Ambiente a incrementar la inversión en 125.000 euros, sobre un presupuesto inicial de 1,4 millones. La actuación se retomó medio año después y en junio de 2019 desde el equipo de gobierno UPyD y PP que lideraba Armando Esteve, actualmente edil de Cs en la oposición, se informó de que la dirección de obra, dependiente de la Conselleria, y el Ayuntamiento habían acordado realizar algunos cambios sobre el proyecto inicial y aprovechar una infraestructura «preexistente y desconocida» que permitirá acelerar la finalización de la actuación evitando, al mismo tiempo, la ralentización que supondría el estudio y catalogación de los numerosos enterramientos arqueológicos existentes en la calle Emilio Castelar.

La localización durante las excavaciones de obra de un ovoide de grandes dimensiones en el punto de unión entre la Plaça del País Valencià y la calle Emilio Castelar fue el origen de la segunda paralización, también de varios meses. El entonces edil de Calidad Urbana, Francisco Javier Cantos, explicó que, tras realizar un estudio de la nueva situación, la dirección de obra y el Ayuntamiento habían decidido aprovechar esta infraestructura «preexistente y desconocida» para concluir la obra.

En este caso, a pesar de que se reducirá en casi un 25% la absorción inicial prevista, «se evitarán los retrasos y la posible paralización de la obra por agotamiento de la partida presupuestaria que supondrían los numerosos enterramientos arqueológicos descubiertos». Para Cantos la decisión de aprovechar el tubo preexistente, que recibirá las aguas de los imbornales de las calles adyacentes y se conectará a la nueva canalización, es la «mejor opción».

Desde Medio Ambiente no se ha manifestado nada al respecto.

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