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Cientos de piezas para refrescarse a la vieja usanza

María Celia Amat conoce la historia que hay tras cada uno de sus abanicos - El más antiguo tiene 180 años, sus varillas son de hueso y la tela, seda

La eldense María Celia Amat muestra una pequeña parte de su amplia exposición de más de 450 abanicos. Áxel Álvarez

Una colección con lenguaje propio. Más de 450 abanicos ha logrado reunir la eldense María Celia Amat, Mari Celi, como la llaman todos, a lo largo de su vida. La coleccionista los guarda con mimo, los tiene clasificados, referenciados y conoce la historia que hay detrás de cada uno.

El grueso de la colección se divide en distintas series. Una de ellas, con un marcado carácter artístico, replica los cuadros más importantes de grandes pintores con obras expuestas en el Louvre, en el Prado, en los grandes museos del mundo. Otra son reproducciones de grandes personajes de la historia como zarinas o su alteza imperial Isabel de Baviera (Sisi). Las piezas más abundantes son las de corte más clásico con estampados, o pintados a mano con motivos florales. Los hay de variadas formas, tamaños y colores, y muchos de ellos están pintados a mano.

No solo se distinguen por la variedad de diseños en sus telas. Para la creación de las varillas se utilizan distintos tipos de materiales. El más común es la madera: de pino, de ébano o de roble. Otros, los menos, son de marfil o nácar. En la colección de la eldense también se encuentran piezas de verdadera artesanía con encajes, de bolillos, de ganchillo o plumas y brillantes, bordados, con incrustaciones de plata y con pan de oro.

Una de las joyas de sus colección es un abanico de hueso y de seda con 180 años de antigüedad y que conserva en una abaniquera para evitar su contacto con el oxígeno y así, su deterioro. Es quizás el más delicado pero, en general, la colección sorprende por su variedad y abundancia, singularidad y exquisitez. Amat se niega en rotundo a escoger uno como el más querido o apreciado, asegura que «para mí todos son importantes» mientras los abre y los cierra mostrando sus detalles.

Durante siglos, el abanico de mano fue un imprescindible accesorio de moda e incluso se convirtió en una herramienta para la comunicación secreta entre la mujer y el hombre. De hecho Amat indica que «tiene un lenguaje propio».

En la antiguedad, los materiales con los que se confeccionaban marcaban la clase social de sus propietarias (en gran parte mujeres pero también algún hombre) o la época en la que se fabricaron. En la actualidad, las modas son las que marcan las formas y los materiales de las piezas. Y los más preciados son artículos de decoración en las casas.

La primera vez que la colección vio la luz fue hace unos 15 años en una exposición en el Museo Etnológico y, la última, en la asociación de Amas de Casa, de la que Mari Celi es presidenta. Subraya que «cada vez que se han expuesto han llamado mucho la atención no solo de los eldenses sino de visitantes de España y de otros países». Son piezas que ya no se encuentran y que con el paso del tiempo alcanzan más valor.

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