Un 1 de agosto de hace 38 años el abuelo de Paco Rubira, un vecino de Pinoso que conoce el funcionamiento de la suelta de vacas al dedillo, también sufrió la cornada de un toro. Su abuelo fallecía días después. Desde entonces, Pinoso no había vivido fallecimiento alguno. Durante los últimos años, algunas han sido de gravedad pero finalmente los heridos sobrevivieron a ellas.
Rubira señala dónde el toro lanzó al joven petrerense al aire y como en su caída, sufrió la cogida que le produjo la muerte. La vena femoral recorre esta parte de la pierna y la pérdida de sangre era fuerte. Lo vio todo desde primera línea y no se le quita esa imagen de la cabeza.
El joven de Pinoso lo tiene claro. Comenta que este tipo de incidentes se debe a las medidas de presión de los colectivos animalistas. Relata que «antes les enfundábamos los cuernos a las vaquillas y las dirigíamos con una cuerda para poder detenerlas, pero los animalistas dijeron que así sufría la vaca». «Eliminar estas medidas hacen que el espectáculo sea más peligroso», asegura.