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Elda mantiene a raya a los gatos

El protocolo de captura, esterilización y suelta se implantó en la ciudad zapatera hace un año y ya se observa una reducción del número de nacimientos

Los alimentadores se encargan de cuidar de los gatos callejeros, de darles de comer y de que estén sanos. Áxel Álvarez

Unos 800 gatos campan a sus anchas en Elda. O por lo menos lo hacían hasta hace un año. Comían donde podían, procreaban sin control, eran ariscos y esparcían la comida que algunos vecinos les dejaban en las esquinas con toda su buena voluntad, aunque estos comederos terminaban convirtiéndose en un foco de insalubridad y en una batalla campal entre vecinos. Los felinos callejeros eran un verdadero problema al que había que poner coto.

Así, Elda se propuso controlar la superpoblación de la mano de Gatitos en Apuros, asociación a la que le costó más de una manifestación que el ayuntamiento optará por el programa CES -captura, esterilización y suelta de felinos-. Una herramienta diseñada por los colectivos animalistas para mermar la población gatuna sino tener que recurrir al sacrificio de los ejemplares.

Un año después de que se pusiera en marcha, esta medida comienza a dar sus frutos. Unos 199 gatos se esterilizaron en 2018. En 2019, se sigue la misma tónica aunque no se conocerá la cifra definitiva hasta octubre, mes en el que finaliza la campaña.

La secretaria de Gatitos en Apuros, Liliana Torres, indica que «comenzamos con una colonia experimental y ahora estamos interviniendo en cinco». De media, en cada una viven de 20 a 30 gatos. Lo más difícil, después de un año de trabajo, es que los felinos comienzan a reconocer que hay detrás de una trampa y cuesta capturarlos.

La apuesta de esta asociación por la práctica CES se debe a que está destinada a asegurar una convivencia normalizada entre los vecinos y esta especie, que habitualmente genera quejas.

Una de las primera iniciativas fue realizar unos cursos de formación para la obtención del carné de alimentador. Su objetivo es que las personas que cuenten con él para dar de comer a estos animales en la vía pública se comprometan a «cumplir las instrucciones municipales sobre el cuidado y control de las colonias felinas; alimentarlas; velar por la esterilización de la población felina; colaborar en la implantación de la marca identificativa y velar por mantener limpia la zona y evitar molestias vecinales». A los felinos se les da de comer pienso y así se evita ver en las esquinas las sobras de platos de paella esparcidos por las aceras, que tanto incomodan a los viandantes.

El pasado año ya se involucraron a más de una decena de voluntarios y en 2019 quieren incrementar el número con un nuevo curso de formación. De esta manera, se va controlando la población. Los gatos de la calle son desparasitados, están sanos y no ocasionan molestias al vecindario porque ya no hay peleas entre ellos ni gatas en celo. Con estos resultados, la ayuda municipal pasó de 5.000 euros a 8.000 euros con lo que el proyecto se puede ir agrandando.

Menos cachorros

A la secretaria de Gatitos en Apuros le resulta difícil responder a la pregunta de si hay menos gatos callejeros en Elda. Torres indica que «no los hemos contabilizado pero si que nos damos cuenta que hay menos bebés». Y aunque observan que el número de gatos callejeros se ha mermado, no ocurre lo mismo con el de abandono de las mascotas felinas. Este sigue siendo un problema que precisa concienciación y conocimiento de cómo se comporta un gato doméstico en la calle.

Liliana Torres explica que «a veces creemos que los gatos son muy independientes y que se los puede dejar merodear por la ciudad sin control alguno, que siempre volverán a casa, pero esto no se ajusta a la realidad».

La pequeña historia del felino Julio

El gato, de la zona centro, ha pasado de ser un delgadísimo ejemplar a lucir unos kilos de más por estar bien alimentado

Julio, así lo han bautizado, los vecinos y voluntarios del proyecto CES de Elda. Era uno de sus gatos huidizos, flacos, que destrozan las bolsas de basura para comer hasta que fue capturado por la asociación Gatitos en Apuros. Su destino tras caer en la trampa y capturarlo era la clínica veterinaria donde pasó por el proceso de esterilización. Allí cambió su vida.

Julio ahora es la mascota de todo un barrio. De trato fácil, se deja acariciar y es uno más de la colonia más controlada del Elda, la de las cercanías del Ayuntamiento.

A Julio se le puede ver cada mañana a la espera de que abran la clínica donde se le esterilizó. Da los buenos días al veterinario y se lleva su ración de comida. Tanto es así, que ha pasado a ser uno de los más enclenques del lugar a lucir unos kilitos de más. No le preocupa la operación bikini ahora tiene donde pasar las noches frías y donde acudir a pedir algo de alimento si le falta.

Ya no tiene que buscarse la vida, está sano y tiene una mayor respuesta inmunitaria frente a esas posibles infecciones transmisibles. Su vida en las calles de la ciudad ya no supone un problema de salud pública. No necesita escarbar en los cubos de basura y esparcir todos los residuos, ahora lo tiene mucho más fácil a la hora de comer.

La historia de Julio es parecida a la de Enriqueta, otra gata que a pesar de ser un gato callejero tiene nombre. Sin embargo, ella es más huidiza y menos sociable, así que a pesar de saber buscarse la vida y ser una de las beneficiarías del programa CES, no tiene un club de fans tan arraigado como el anaranjado gato de la zona centro. Sus alimentadores se encargan de alimentarlos y de que estés sanos, tal y como hacen con el resto de la colonia. Julio y Enriqueta han sabido ganarse su corazón y a veces consiguen alguna golosina.

La mayoría de los felinos de la calle suelen aparecer por el abandono o huida de gatos domésticos. Una vez en una colonia su proliferación es fácil teniendo en cuenta que cada hembra puede tener tres partos al año.

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