Ningún tren pasa por el túnel de Mariaga. Durante 160 años fue una infraestructura ferroviaria estratégica para garantizar la conexión de viajeros y mercancías entre la costa y la meseta. A través de su estrecha y húmeda galería, situada entre los términos de Villena y La Font de la Figuera, debían circular necesariamente todos los trenes procedentes de València con destino a Madrid, y también los que cubrían el trayecto Alicante-València y Alicante-Barcelona.
Su construcción en el año 1859 a cargo de la Compañía Norte, dentro del tramo Xátiva-La Encina, supuso un avance tan significativo para el tráfico ferroviario que se decidió realizar una inauguración muy especial. El primer tren en cruzarlo partió de La Encina y el maquinista lo detuvo en la boca norte. Descendieron entonces las autoridades y una banda de música cuyos componentes atravesaron el túnel, iluminados por antorchas y candiles, tocando pasodobles toreros. Según testimonios de la época, quince minutos tardó la comitiva en cubrir los 1.510 metros de longitud hasta alcanzar la boca sur, la más próxima a Villena, dando por finalizado el acto tras los discursos de rigor y la oportuna bendición. La galería es totalmente recta en rampa de 12 milésimas y con una cota de carril de 590 metros. Pero en sus últimos años de uso la circulación permaneció limitada a 60 kilómetros por hora debido a que las filtraciones de agua erosionaban la bóveda. Por eso los pasajeros tardaban minuto y medio en ver la luz al final del túnel. Un tiempo impensable en los tiempos presentes.
Según reflejan los estudios realizados por los villenenses Jerónimo Lázaro Milán y Juan María Milán Orgilés, el esplendor del Mariaga se apagó con la construcción, durante la primavera de 1992, del nuevo túnel de Santa Bárbara, mucho más amplio y moderno aunque de solo 243 metros de longitud. Una obra que permitió a Adif poner en servicio la doble vía de ancho convencional para desviar todo el tráfico actual por la misma, dando paso a los trabajos de la segunda fase para adecuar la plataforma al tráfico de viajeros de Alta Velocidad en doble vía de ancho internacional. Una obra que posibilitará la conexión de València en Alta Velocidad con Alicante en el año 2021 si no surgen nuevos retrasos. Este avance dejó al túnel de Mariaga sin uso y lo condenó al más absoluto de los abandonos a pesar de la importancia que tuvo durante siglo y medio. Así se las gasta la modernidad.
Pero treinta años después un grupo de románticos del ferrocarril quieren recuperarlo para destinarlo al ocio y disfrute antes de que termine sucumbiendo a los embates del tiempo y la naturaleza. Todavía mantiene un estado de conservación aceptable, e incluso conserva los originales respiraderos con los que fue construido en el siglo XIX. Pero muy pocos conocen de su existencia por el recóndito lugar donde se encuentra.
Leyendas de trenes fantasma
Recorrer su oscuro y frío interior sobrecoge. Y más cuando circulan por el Vinalopó historias de ciclistas que aseguran haberse estremecido al escuchar el sonido de un tren, acercándose a toda velocidad, mientras marchaban con sus bicis de montaña de la boca sur a la boca norte. Sin embargo, otros con lo único que se han topado es con la incómoda presencia de murciélagos revoloteando alocadamente por el interior. Lo cierto es que la jubilación del túnel reconfiguró el dibujo del nudo de La Encina con la creación de un bypass que permitirá circulaciones a más de 200 kilómetros por hora entre Alicante y València.
La dificultad que entraña la puesta en valor de este hito de la historia ferroviaria alicantina es que apenas dispone de trazado exterior para reconvertirse en vía verde. Un problema al que se añaden las recientes obras de la A-33, que han dificultado el tránsito de los ciclistas y senderistas que se adentran por los parajes donde serpentea el límite provincial. Motivos por los que el proyecto sigue sin divisar la luz al final del túnel.
