Ya es oficial. Loli Fenor Miñarro ya es lorquina y villenera a la vez. Lorquina de nacimiento, hija adoptiva de Villena. El Pleno Extraordinario desarrollado en el Teatro Chapí no tuvo nada que envidiar a un acto de entrega de los Premios Princesa de Asturias del Teatro Campoamor. Había sapiencia. Y había corazón. Sobre todo mucho corazón.

Emociones, muchas emociones, y alegría, mucha alegría, que Loli Fenor supo catalizar con su buen humor (“esto que pa´ qué”, dijo al principio, “pero percibiendo vuestro cariño se me ha pasado todo”). Y cantando el ‘Gracias a la vida’, acompañada con el piano de cola por el profesor Sirera.

Que a través de Loli Fenor Miñarro (41 cursos ininterrumpidos como profesora del Instituto Hermanos Amorós, un instituto con espíritu propio) Villena haya establecido vínculos oficiales con Lorca tiene su aquel. Ambas son poblaciones de frontera. Lorca es puerta de Andalucía, Villena puerta de Castilla. Las peculiaridades comunes, comenzando con el habla, son numerosas.

Daba gozo ver a los concejales de la Corporación Municipal, todos a una, tan contentos, a las puertas de una dura batalla electoral. Durante el acto, todos fueron uno y todos fuimos uno con ellos. La identidad de un pueblo se palpaba en el ambiente.

Camino del teatro me decía un amigo, sin un ápice de demagogia, a propósito de las citas electorales: “A pesar de todo, parece que Villena va. Nuestro precio nos cuesta. Les hemos dado el agua, nos han dado cárcel y basuras. Están obligados a compensarnos. Pero para ello tienen que confluir los que estén en Madrid con los que estén en Valencia y con los que estén en el pueblo. Es complicado”.

Por unas horas, Villena sacó pecho y se sintió grande. Una mujer, la primera Hija Adoptiva de la Ciudad, Loli Fenor Miñarro, más villenera que el Castillo de la Atalaya, provocó el milagro. Era 11 de abril pero se respiraba un ambiente de 5 de septiembre. Los corazones latieron al unísono.