El vigilante del parque de montaña de Rabosa seguirá detenido hasta mañana. El titular del Juzgado de Instrucción Número 2 de Elda ha decidido prorrogar su detención, mientras la Policía Nacional practica diligencias complementarias en busca de nuevas pruebas. Está previsto que mañana, tras pasar su segunda noche en los calabozos de la Comisaría, vuelva a comparecer ante el juez que lleva el caso.

El arrestado ha sido introducido en el Palacio de Justicia de Elda a las 12.50 horas de este miércoles por la puerta de atrás. De este modo completamente inusual, la Policía Nacional ha tratado de evitar que se produjera un altercado con la pareja sentimental y el hermano del fallecido, que estaban esperando su llegada desde las 9.30 horas. Tras permanecer dos horas en el juzgado, los agentes han vuelto a jugar al despiste para introducirlo esposado en el furgón con destino a la Comisaría.

Como ha adelantado el diario INFORMACIÓN, el vigilante fue detenido el pasado martes como presunto autor de la muerte violenta del gerente del bar-restaurante ubicado en este recóndito paraje de Petrer. El crimen se produjo sobre las seis de la madrugada del 23 de septiembre de 2017 y conmocionó a las poblaciones de Elda y Petrer, donde la víctima era muy conocida por su trabajo como hostelero.

El arresto se produjo al mediodía de ayer y el investigado ha pasado la noche en los calabozos de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Elda-Petrer, a la espera de que a lo largo de esta mañana sea citado por el juez para tomarle declaración. Se trata de un hombre de unos 60 años, casado y con domicilio en Petrer que trabaja desde hace muchos años como vigilante del enclave natural de Rabosa, propiedad del Centro Excursionista Eldense.

La detención ha venido precedida de una investigación de 19 meses llevada a cabo por un equipo de agentes de la Policía Judicial de Madrid que, en todo momento, han actuado en estrecha colaboración con la brigada de la Policía Judicial de la Comisaría de Elda-Petrer. Un caso muy complicado del que nada había trascendido hasta la fecha por encontrarse bajo secreto de sumario.

La víctima, Fernando Millán Chocero, era de Elda, tenía 57 años, estaba casado en segundas nupcias y era padre de un hijo de 29 años fruto de su primer matrimonio. No se le conocían enemigos, adicciones ni problemas relevantes. Era un hombre de costumbres sencillas y vida tranquila, entregado a su trabajo al frente del bar, aficionado a la caza y amante de la montaña.

Desde que se produjo el cruel suceso la familia del fallecido ha vivido angustiada al no encontrar respuestas con las que poder afrontar el duelo. Fernando Millán fue asesinado en el momento en el que se disponía a retirar los pivotes del camino por el que se accede al parque de montaña donde se encuentra el bar que dirigía. Allí lo encontraron sin vida, tendido en el suelo, una hora más tarde las dos cocineras que acudían al restaurante en el coche de una de ellas. Como no había cobertura de telefonía móvil decidieron dar la vuelta para acudir a la Comisaría. Pero apenas habían recorrido 200 metros cuando se cruzaron con el vigilante que acaba de ser detenido. Llegó en moto y fue él quien accedió a las instalaciones del Centro Excursionista para pedir ayuda por el teléfono fijo.

2.000 euros

La muerte se produjo por los golpes que el gerente del bar recibió en la cabeza con una piedra de gran tamaño. Pero la autopsia reveló más lesiones. Concretamente una fractura en la pierna derecha y una fuerte contusión en el pecho. No le robaron la cartera donde llevaba la documentación y una pequeña suma de dinero para tener cambio en el restaurante, pero sí le quitaron los 2.000 euros que siempre guardaba en el bolsillo delantero para realizar pagos en efectivo a los proveedores. A pesar de ello la familia nunca ha pensado que el verdadero móvil del asesinato fuera económico.

Además, por el modo de vida que llevaba la víctima, tampoco encontraban motivos para pensar que decidieran matarlo por venganza o represalias. «La verdad es que mis padres, mi sobrino y yo nos estamos volviendo locos de preguntarnos todos los días quién lo hizo y por qué lo hizo», señaló a este diario dos meses después del crimen el hermano del fallecido, José Emilio Millán. Durante mucho tiempo estuvo subiendo a Rabosa para poner flores en el lugar exacto donde le segaron la vida a su hermano, rompiendo a una familia muy querida y conocida en Elda.

«Cuando cae la noche mi cabeza no para de analizarlo todo. Es una auténtica tortura. Pienso una cosa y luego la contraria y lo más duro -confesaba entonces haciendo grandes esfuerzos por contener la emoción- es que mis padres, que ahora tienen casi 90 años, me dicen que no se quieren morir sin ver al culpable en la cárcel». Por eso durante estos 19 meses la familia ha insistido en pedir a la Policía Nacional y a la Justicia «el máximo esfuerzo» para que el crimen no quedase impune.