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La ruta de los castillos, a su suerte

El estudio para dinamizar las fortalezas del Vinalopó de la UA y la Diputación queda relegado a una guía que recoge las atalayas de la provincia

El castillo de Villena es un referente en la ruta del Vinalopó. Inma Alcaraz

Todos ellos tienen un argumento en común, pero cada uno cuenta una historia. Son los castillos del Vinalopó, una lección de historia de moros y cristianos, que se inicia en el nacimiento del rio y que desciende hasta la playa. La ruta la componen doce fortalezas desde Banyeres de Mariola a la costa alicantina, que incluye las atalayas del Alto y Medio Vinalopó, Elche y Santa Pola.

La ruta de los castillos del Vinalopó aparece dentro de la guía «100 castillos de la Costa Blanca», uno de los productos estrella del patronato turístico de la Diputación y que integra cuatro rutas más del resto de la provincia. El itinerario, en el caso de las tierras del Vinalopó, partió de un trabajo más amplio fruto de la colaboración entre la Universidad de Alicante (UA) y el organismo provincial pero, finalmente, se quedó en una promoción testimonial.

La ruta de los castillos, como producto turístico, ha quedado relegada a la mínima expresión. La propuesta inicial trataba de dinamizar los recursos patrimoniales y culturales de la provincia. Una de las líneas de trabajo fue la de los castillos. Se hizo un análisis en profundidad de todos los que coronan los municipios que baña el Vinalopó, e incluso se integraron dos de la Foia, los de Castalla y Onil. Tras el primer estudio se plantearon acciones y se definió cómo articular productos combinando diferentes fortalezas atendiendo al nivel de desarrollo de unas y otras. Incluso se llegó a diseñar una tarjeta de fidelización y un club de producto. La coordinadora de este trabajo, la profesora de historia Charo Navalón, comenta que «los ayuntamientos estaban implicados y con ganas de continuar, pero hubo un cambio de criterio del Patronato Costa Blanca», a lo que añade que «entendieron que era necesaria otra propuesta y quedo en el aire».

El trabajo no se llevó a término pero las múltiples reuniones mantenidas crearon una red de trabajo extraoficial, en la que las oficinas de turismo se recomiendan mutuamente.

Las fuertes apuestas municipales han levantado las cifras de visitas de forma exponencial. Uno de los datos más significativos es la estadística de Petrer. Su castillo ha pasado de recibir 663 visitantes en 2010 a 14.616 en 2018. Un aumento de récord.

Frente al consolidado sol y playa de la costa, las fortalezas del Vinalopó son un valor en alza. Hasta allí llegan autobuses llenos de estudiantes dispuestos a conocer estas fortalezas que marcaron los límites territoriales de Castilla, Aragón y Murcia en plena Edad Media. Pero, más allá de este «turismo escolar», las visitas guiadas y las teatralizadas, la ampliación de horarios, los centros de recepción de visitantes y las puestas en valor de experiencias, como la exitosa «Petrer se viste de luna», favorecen que año tras año las cifras de visitas sean más abultadas.

No obstante, el del Novelda es el más visitado. El santuario de la Mola y el castillo han creado un tándem que atrapó a más de 28.000 visitantes el pasado año, 2.000 más que en 2017.

Por otro lado, el de Villena creció en visitas hasta alcanzar las 20.397 en 2018. También experimentó un aumento de cerca de un 10 por ciento Biar, y otro 25 por ciento Sax, con 1.451 visitas.

La inmensa mayoría de los visitantes son nacionales aunque cada vez son más los extranjeros que llegan a sus murallas. Sin embargo, el perfil del turista internacional está cambiando. Los alemanes o ingleses ya han quedado relegados, en el caso de Novelda, por los norteamericanos y los rusos. En otros municipios ya empiezan a llegar viajeros de estas nacionalidades.

El estado de conservación de las principales fortalezas de la ruta es bueno. Sin embargo, las condiciones de visita son muy diversas. El de Biar está pendiente de su musealización, mientras que el de Sax precisa continuar con las excavaciones arqueológicas, eliminar humedades y crear un zona de recepción para ampliar el horario de visitas.

Por otro lado, en el de la Mola de Novelda se va a crear un plan director, actuando en su accesibilidad y en la restauración de las aspilleras o ventanas de la torre cuadrada. Frente a estos torreones que se divisan desde las autovía A-31 que une Madrid con Alicante, el de Elda (que marca la diferencia por ser un palacio condal), sigue todavía en obras, pendiente y una restauración y de un plan director, que haga posible que sea visitable.

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