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A la caza del pavo Garibaldi

El animal fue abandonado en la urbanización Alenda Golf y se ha convertido en una atracción

Un pavo que no se deja cazar está revolucionando a los residentes de la urbanización Alenda Golf de Monforte del Cid. No es un pavo cualquiera. Es un pavo real. Llegó una noche, hace un año, de no se sabe dónde y ha convertido un bungalow sin moradores en su lujosa residencia de invierno. Pero el guajolote es muy astuto y en los meses más calurosos, para soportar los rigores del verano alicantino, se traslada al cercano monte del Portichol en busca de la sombra de los pinos.

La única vecina que se encarga de alimentarlo a diario le ha puesto Garibaldi de nombre. «Es un personaje histórico que me encanta y el pavito me recuerda a él porque es muy valiente, siempre va solito y nunca se deja tocar», explica Josefina Felipe afirmando, con simpatía, que es «tan listo como gamberro».

Lo dice porque deambula por la urbanización luciendo su vistoso plumaje pero corre que se las pela, o alza el vuelo hasta encaramarse a los árboles y los tejados en cuanto detecta la presencia humana -sobre todo de niños- y de perros; cruza la calle sin mirar y algún que otro conductor ha tenido que frenar en seco para evitar arrollarlo; defeca allí donde le pilla; cuando está en celo vocea y vocea sin cesar; y se pasa las horas pavoneándose, mientras mira el reflejo que su propio cuerpo proyecta en ventanas y coches oscuros, quizá creyendo estar frente a una novia con la que flirtear.

Aunque Garibaldi es muy desconfiado, su cuidadora lo adora. Todas las mañanas le da de comer lechuga con pan de molde, «que le chifla», y por las tardes le echa guindas por encima de la valla. Una mezcla especial de maíz de perdiz con bolitas de codorniz.

«Me conoce pero no me deja acercarme y yo lo que quiero es salvarlo porque soy amante de los animales y, de seguir así, me temo que va a tener un trágico final», advierte Josefina refiriéndose a que hay vecinos a los que el «bicho» les molesta y jóvenes que se dedican a lanzarle piedras.

Ella lleva haciendo gestiones desde el pasado abril para que alguna protectora, particular o criadero de pavos reales se haga cargo del solitario animal. Hasta la fecha asegura haber contactado con seis asociaciones pero, o bien no han mostrado interés, o bien le han pedido que primero capture al pavo antes de enviar a sus voluntarios. Y eso es, de momento, una misión imposible porque se trata de un ejemplar adulto tremendamente escurridizo.

El jardinero que cuida del bungalow lo ha intentado sin éxito al igual que varios vecinos de Alenda Golf y la propia Policía Local. Todos con el mismo resultado. Los agentes, atendiendo a las insistentes peticiones de la vecina, llevaron en verano una jaula de grandes dimensiones para atraparlo. La colocaron en la zona del monte y metieron en su interior comida para que sucumbiera al engaño. Pero Garibaldi no es moco de pavo y no cayó en el señuelo a pesar de que en la jaula se encontraba su plato favorito: el pan bimbo. «Yo creo que lo que necesitan para cogerlo es una pavita que le atraiga», dice Josefina elogiando la belleza de un ejemplar que parece asilvestrado, aunque todo apunta a que fue abandonado en la urbanización por su anterior dueño. Desde entonces ha pasado un año y la rebelde gallinácea se ha hecho muy popular en el vecindario y entre los niños que acuden al cercano colegio. Pero hasta que alguien no logre cazarlo «para darle una vida mejor», Josefina seguirá mimando a su indómito Garibaldi.

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