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En Francia y Cataluña

La uva de mesa sufre pérdidas de ocho millones por el bloqueo de carreteras

Las movilizaciones de los chalecos amarillos y los CDR quiebran la confianza de los mercados europeos para recibir fruta fresca

Uno de los pocos envíos de uva del Vinalopó a Francia. ÁXEL ÁLVAREZ

Las movilizaciones de los chalecos amarillos en Francia y de los Comités de Defensa de la República (CDR) en Cataluña ha pasado una factura muy elevada a la uva de mesa embolsada del Vinalopó. El corte de carreteras, unido a los altercados entre manifestantes y policías registrados en plena campaña de recolección y exportación de la preciada variedad Aledo, ha ocasionado pérdidas económicas que el sector cifra en ocho millones de euros.

La inestabilidad política ha reducido la demanda y quebrado la confianza de los principales mercados galos ante la falta de garantías de que la uva fresca de la variedad Aledo pudiera llegar a su destino en 24 horas. El plazo ideal para poder ser puesta a la venta y consumida en los diez días siguientes, que es el periodo en el que el producto mantiene intactas sus extraordinarias características naturales de sabor, color, aroma y textura.

En los dos últimos meses la demanda se ha desplomado y las grandes cadenas alimenticias de Francia han paralizado sus pedidos a la espera de que el país recuperase la normalidad. Una circunstancia que no ha permitido aprovechar la temporada fuerte de la campaña, obligando a productores y exportadores a rebajar el precio de la cosecha por debajo, incluso, de los costes de producción. Prueba de ello es que entre finales de septiembre y mediados de noviembre los agricultores del Valle de las Uvas obtuvieron una media de 75 céntimos por kilo recogido en el campo. Una cantidad que daba margen de beneficio. Sin embargo desde mediados de noviembre hasta el momento ese precio ha caído por término medio hasta los 40 céntimos por kilo en el campo. «Una catástrofe que aboca al sector a la ruina», lamentaba ayer Pedro Rubira, responsable comarcal de Asaja en el Medio Vinalopó, advirtiendo de que «nos encontramos ante un problema que afecta a la mitad de la producción de Aledo». Concretamente a diez millones de kilos que se han vendido en el campo 15 céntimos por debajo de los gastos de agua, abono y productos fitosanitarios, el gasoil para la maquinaria, la mano de obra y el seguro agrario que lleva camino de convertirse en un «artículo de lujo» por su elevado importe.

La variedad más cultivada y tardía, la Aledo que se consume con las tradicionales doce campanadas de Nochevieja, es la que se ha llevado la peor parte y todavía queda semana y media para que finalice su recolección.

A finales de diciembre, tal y como este diario adelantó, el sector ya contemplaba con una creciente preocupación las protestas que los chalecos amarillos estaban extendiendo entonces por todas las regiones de Francia. Un país al que se exporta, junto a Alemania, Suiza, Italia y algunos Países del Este, el 60% de una cosecha que esta campaña iba a rondar los 20 millones de kilos de Aledo. Además, la calidad era excelente porque este año se han dado unas condiciones climatológicas idóneas. La confluencia del sol y el viento de Poniente por el día, con el descenso de las temperaturas por la noche, ha contribuido esta campaña a un desarrollo óptimo de los granos. Algo que aumenta la frustración de quienes han estado todo un año cuidando sus viñas esperando este momento.

Sin embargo, ante los chalecos amarillos y los catalanes independentistas la reacción de los centros de distribución y las grandes superficies del país vecino fue paralizar sus pedidos de uva fresca. La uva en conservación no corre el mismo riesgo de echarse a perder. De hecho, puede aguantar hasta un mes en perfecto estado siempre que se mantenga en camiones frigoríficos a cero o un grado centígrado de temperatura constante. Pero los consumidores conciben la uva de mesa como una fruta de temporada, de tal modo que la demanda baja cuando pasan las fechas tradicionales.

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