La representación del Auto Sacramental de los Reyes Magos de Cañada ha sumado un nuevo año a su larga historia. Ayer finalizó la segunda y última parte de este espectáculo único, en el que los vecinos escenifican, de manera itinerante, los momentos más emblemáticos de la Navidad. Con una tradición de más de 150 años, la realista escenificación transcurre en seis localizaciones distintas y cuenta con la participación de más de cien actores, todos ellos vecinos de este pequeño municipio de Alto Vinalopó que viven con especial intensidad el evento.

Entre las miles de personas que el domingo y el lunes acudieron a Cañada a presenciar el gran espectáculo bajo los rayos del sol se encontraba el presidente de la Diputación. César Sánchez acudió ayer por la mañana como espectador de la última parte del auto sacramental de este año. César Sánchez, que estuvo acompañado en todo momento por el alcalde de Cañada, Juan Molina, destacó «el valor cultural del auto sacramental, uno de los más antiguos de España, así como el esfuerzo del Ayuntamiento y de los vecinos por mantener viva esta tradición». En este sentido, quiso recalcar que «nuestras fiestas y tradiciones forman parte de la identidad de la provincia de Alicante y constituyen un elemento esencial de nuestra oferta turística, atrayendo, año tras año, a miles de visitantes».

Una fiesta única

Los detalles de los escenarios, la belleza de los parajes naturales donde se interpretan las distintas escenas y el riguroso directo en el que se desarrollan los actos hacen de esta fiesta cultural una representación única en su género. Y a ello se añade lo fuertemente arraigada que está la obra en el pueblo. Un compendio del siglo XVIII compuesto por más de 3.000 versos. Extensión semejante a la que suele tener una pieza del Siglo de Oro. Consta de una primera parte con la «Venida y adoración de los Reyes Magos de Oriente», que fue la que el público pudo disfrutar en la mañana del domingo, y una segunda, la que se desarrolló en la mañana de ayer, que comenzó con la orden que da Herodes de buscar al Niño para matarlo y la posterior Huida a Egipto de la Sagrada Familia para concluir con la orden de Herodes de matar a todos los niños judíos y la degollación de los Santos Inocentes, entre los que muere el propio hijo de Herodes, con cuyo lamento final se volvió a echar el telón, un año más, en el gran teatro de Cañada.