Cañada acogió ayer parte de su tradicional Auto de los Reyes Magos, una fiesta histórica y cultural con más de 150 años que se representa durante dos días (hoy culmina) transcurriendo en seis escenarios (cinco naturales y uno de fábrica) con un centenar de actores. Y, como cada año, como en cada nueva edición, un numeroso público no faltó a esta cita cultural con un texto compuesto en el siglo XVIII por más de 3.000 versos, es decir, con una extensión semejante a la que suele tener una pieza del Siglo de Oro.

Esta representación tradicional, fuertemente arraigada en el pueblo, consta de una primera parte con la «Venida y adoración de los Reyes Magos de Oriente», que fue la que se pudo disfrutar ayer, y una segunda, la que comienza hoy, que se inicia con la orden que da Herodes de buscar al Niño para matarlo, la huida a Egipto de la Sagrada Familia y se cierra con la orden de Herodes de matar a todos los niños judíos menores de dos años y la degollación de los Santos Inocentes, entre los que muere el propio hijo de Herodes cuyo lamento final cierra la representación.

Otra de las características de la fiesta de los Reyes y la representación del Auto en la Cañada es la participación viva constante y generosa del pueblo, «que es decisiva y sin ella no hubiera sido posible mantener, prácticamente sin interrupción (parece que solo dejó de representarse durante la Guerra Civil), la pervivencia del Auto y su representación. No solo los personajes (con papel o sin papel-extras que aparecen en los diferentes escenarios-) sino también quienes trabajan en la configuración de los espacios de la representación (montar los diferentes escenarios, controlar la representación, sonidos, voces en off, micrófonos, música...) trabajar en el vestuario, publicidad, maquillaje o apuntadores que superan las 200 personas», señala Antonio Mediavilla, profesor de la Universidad de Alicante, que en el Auto de estos días ha encarnado el papel de San José.

A estos participantes directos hay que añadir quienes ayudan de manera indirecta, especialmente los socios del Patronato, que representan cerca de un 70% de los habitantes de Cañada.

«En esta cuestión hay una característica que es propia del Auto y bastante extraña en otras manifestaciones semejantes de otros pueblos: los actores nunca repiten sus papeles en años consecutivos. De alguna manera podemos asegurar que la gente se sabe, al menos en buena parte, todos los papeles del Auto, lo que implica no solo el asentamiento de las formas tradicionales en su forma más directa y plena, sino también que la representación se vive desde presupuestos espectaculares y sociales específicos», agrega Mediavilla.

«El Auto de Cañada es algo más que una mera representación tradicional de un pueblecito, es la manifestación viva de una larga tradición perfectamente asentada del quehacer cultural colectivo, integrador, que se pierde en el tiempo, y que de alguna manera vertebra y da sentido y coherencia a todo un pueblo», concluye el profesor de la Universidad de Alicante.