Algunos de ellos cargaron con las pesadas piedras de Mauthausen y fallecieron a causa de los trabajos forzados fuera de la tierra que los vio nacer y donde libraron una batalla que les condujo al exilio. Otros tuvieron la suerte, entre comillas, de trabajar en las fábricas de armas o en las fincas agrícolas de los nazis y conservaron su vida hasta que se produjo la liberación de los presos de los campos de extermino. Todos ellos vivieron la pesadilla de la guerra y del nazismo y sin embargo, habían quedado olvidados en su ciudad.
Desde ayer, la deuda histórica ha quedado saldada con un monumento ubicado en la pequeña plaza que se encuentra entre las calles Santa Bárbara, Amadeo Vives y Dos de Mayo. Sus familias nunca los olvidaron, aunque como relataron Manuel López Amat y Enrique Romero Amat, sobrinos de uno de ellos,«poco nos podían contar en aquella época».
Sin embargo, las hermanas de Manuel Amat conservaron celosamente hasta el día de su muerte la carta del año 1940 y las fotos que les envió antes de morir a causa de un trabajo extremo y esclavo. Ayer, sus hijos, antes de comenzar la inauguración de la escultura a la memoria de once eldenses que pasaron años de sus vidas entre los muros de los campos de trabajo de Hitler, se las enseñaban con cariño al alcalde de Elda, Rubén Alfaro. Poco les contaron sus madres de las penurias y las ideas de su tío, en los años de la dictadura franquista no pudieron hablar, sin embargo, les transmitieron el amor que sentían por el hermano que perdieron.
Ayer los dos primos solo tenían palabras de agradecimiento. Manuel López explicó que «sabemos que sufrieron mucho» y añade que «hay quien te dice que eso hay que olvidarlo, pero no se puede».
Inauguración
Un centenar personas acudieron a la inauguración del monumento a las víctimas del holocausto nazi en el que se recordó a los 11 eldenses que fueron confinados en varios campos de concentración, entre ellos el de Mauthausen, donde fallecieron más de 6.000 españoles. De los eldenses que permanecieron en estas prisiones de trabajos forzosos, seis eran nacidos en la ciudad y los otros cinco vivieron en Elda pero eran originarios de Monóvar y Pinoso. Por esta razón, al acto de ayer también acudieron representantes políticos de ambas poblaciones.
Junto a los ediles, familiares de tres de los hombres a los que se les dedica el monumento -Manuel Amat, José María López y Luis Leal-, los recordaron. Uno de ellos, Enrique Romero, expresó su satisfacción e indicó que «nos parece una maravilla, un detalle, porque a parte de que los familiares no los olvidamos, esto hace recordar a todos ».
El arqueólogo municipal, Juan Carlos Márquez, fue el encargado de relatar la historia de estos eldenses que abandonaron España tras la Guerra Civil y terminaron en los campos de exterminios nazis, tras luchar con el ejército francés y ser considerados apátridas cuando los alemanes tomaron París. Uno a uno leyó los nombre de todos ellos, con su fecha de nacimiento y muerte o la de su liberación de los campos de exterminio. Ellos son Manuel José Albert Cantó, Diego González Cuenca, José Sirvent González, José Revert Sánchez, Javier Deltell Prats, Luis Guardiola Santa, José Poveda Gran, Luis Moreno Sabater, Manuel Amat Pérez, José María López Graciá y Luís Leal Rico.
El monumento del escultor Carlos Martínez consta de un bloque de piedra natural de Bateig de unas cuatro o cinco toneladas, a las que se añaden dos miembros del cuerpo humano, una pierna y un pie de cerámica. La obra refleja la pesadez, significa aplastamiento del ser humano. «Representa los trabajos en la cantera de Mauthausen, donde los presos trabajaban en unas condiciones infrahumanas portando piedras de granito de 20 kilos» destacó el artista.
Por último, el alcalde condenó a los culpables de los crímenes franquistas y aplaudió la necesidad de «dar voz a estas personas que tanto dieron por nuestro país, y lucharon para que pudiésemos vivir en democracia».
