Dos horas de lucimiento, aplausos, tradición y júbilo en el Desfile General de Comparsas de las fiestas de Moros y Cristianos de Monforte del Cid. Era el acto más esperado durante todo el año por el millar de Cristianos, Contrabandistas y Moros que ayer cautivaron al público desde la avenida de Alicante hasta la avenida de la Constitución. Muchos jóvenes y muchos niños formando escuadras, en un recorrido lleno de público y en una tarde de cálida temperatura.

Había mucha expectación entre los monfortinos por ver pasar a los cargos festeros. Los Moros salieron todos en carroza, salvo la abanderada que lo hizo en caballo. También desfilaron en carroza los cargos Cristianos a excepción de la abanderada y el embajador, mientras los Contrabandistas se abrieron paso con sus caballos.

Como es costumbre en Monforte, el público no escatimó aplausos ni vítores a las escuadras bandoleras, de la cruz y la media luna que desfilaron con pegadizas marchas y alegres pasodobles. Y los dos momentos más memorables se produjeron frente a la tribuna de autoridades. El primero cuando el Rey Cristiano, José Antonio Riquelme, irrumpió escoltado por «Los Pelayos», su escuadra de toda la vida. Veteranos de setenta y pico años que desempolvaron los trajes solo para la ocasión. Y el segundo cuando los miembros de la Asociación de Discapacitados pusieron en pie al público desfilando con los Cristianos. Pero también hubo sobresalto en el Desfile General. Una sobrecarga produjo un apagón en un tramo del alumbrado público situado a mitad de itinerario. Pero todo quedó en una simple anécdota porque el electricista municipal subsanó el problema en quince minutos. Y hoy tocan Guerrillas y Embajadas.