Los Moros y Cristianos de Monforte del Cid protagonizaron anoche un arranque sin precedentes en «un pueblo festero de antiguas raíces y mucha casta». Por vez primera el «Himno de Monforte del Cid» fue interpretado en directo, tras finalizar el pregón, por la Sociedad Musical La Lira y la Coral Monfortina mientras el pregonero, Juan López Ortega, se sumaba al acto como solista desde el balcón de la Casa Consistorial. Un momento que emocionó al público que abarrotaba la plaza del Ayuntamiento en una noche precedida por la Ofrenda de Flores a La Purísima, a la que también se sumaron alimentos y donativos para las familias necesitadas.

Por cada una de las tres comparsas -Cristianos, Contrabandistas y Moros- una escuadra cumplió con el ritual, acompañando a las autoridades y cargos festeros, en una iglesia llena donde también se interpretó el himno a la patrona. Y con la Gran Alborada, el volteo de campanas y la Retreta finalizaba en la pasada madrugada el primer día de celebración.

Quince minutos duró el pregón de Juan «Candel», fundador y activo miembro de la Coral Monfortina y voz solista del Himno de Monforte del Cid y del Himno de La Purísima. Un monfortino de cuna, gran amante de las tradiciones y las fiestas locales, que finalizó su lectura aconsejando dejar de lado las preocupaciones y salir a la calle para disfrutar al máximo cada segundo: «¡Que las banderas ondeen al son de la música, que el olor a pólvora inunde nuestras calles, que los músicos preparen sus instrumentos y que La Purísima nos ilumine y proteja porque, ahora sí, damos comienzo a los Moros y Cristianos de 2018!».

En su juventud participó en las tres comparsas y desde bien pequeño siempre se ha sentido muy festero, orgulloso de ser monfortino y amante de la patrona. «Es lo que me enseñaron mis padres desde que tengo uso de razón», dijo con la voz entrecortada recordando que en sus tiempos de mocedad había que trabajar mucho para ayudar en casa y poder salir en las fiestas. «Esa falta de bienes materiales la compensábamos con los valores del respeto, la responsabilidad, la tolerancia y el amor por la familia y La Purísima. Eso es lo que nos enseñaron nuestros padres desde pequeños y nos ha servido a lo largo de toda nuestra vida», dijo el pregonero evocando con nostalgia la primera bandera cristiana que tomó con sus amigos. «Fue en 1966 y repetimos cuatro años más tarde, donde mi mujer Inmaculada y yo, siendo todavía novios, tuvimos la suerte de ser Reyes Cristianos». Pero en 1982 tomó la bandera mora con sus quintos y el destino quiso que al año siguiente lo hiciera con su divertida y muy festera escuadra Los Pelayos.

Un pregón, en definitiva, de los que hacen sentir y pensar.