Este año, los españoles celebramos el cuarenta aniversario de la Constitución española de 1978, la Norma suprema de nuestro ordenamiento jurídico, vigente y en plena forma política. Mal que le pese a muchos, es la segunda más longeva de la Historia Consitucionalista, pero por muchos avatares tuvo que pasar España hasta llegar a la actual.

En 1808 estaba en vigor el Estatuto de Bayona, el reflejo de la España dominada por las tropas francesas se plasmó en esta Constitución "afrancesada" que acatamos y que se dice que redactó el propio Napoleón.

El 19 de marzo de 1812, como respuesta a la anterior y por soberanía popular, las Cortes de Cádiz aprobaron la primera Constitución liberal del país; un texto extenso, rígido y muy revolucionario, la Constitución de 1812,"La Pepa".

Las otras Constituciones españolas del siglo XIX que merecen ser recordadas son el Estatuto Real de 1834 promulgado por la Reina regente María Cristina de Borbón en nombre de su hija Isabel II, menor de edad.

La Constitución de 1845, que fue una reforma total de la anterior, aprovechando su flexibilidad. La Constitución de 1869, progresista, rígida en cuanto a poder ser reformada y con una extensa lista de derecho, finalizando su vigencia tras la abdicación de Amadeo de Saboya y la proclamación de la Primera República.

En este punto, el panorama en que se encontraba España era de descomposición política hasta que un golpe militar restauró la Monarquía, proclamando a Alfonso XII Rey de España.

Esta época dio como fruto la Constitución de 1876, la de la Restauración, una Constitución que marcó el fin de la República y que puso un cierto orden en la decadente vida política española hasta 1923, momento en que se instauró la Dictadura del General Primo de Rivera, que duró hasta que el Rey exigió la dimisión del General.

La oscuridad del panorama político iba in crescendo y desembocó en la celebración de unas elecciones municipales de 12 abril de 1931, que se consagraron como un plebiscito sobre la Monarquía, cuyos resultados aún hoy son dudosos para muchos y que provocaron el exilio del Rey Alfonso XIII de España y el advenimiento de la Segunda República.

Hacía falta otra Constitución acorde con el momento político que se vivía y así surgió la Constitución de 1931, republicana, completa y sistemática, pero de marcada tendencia democrática socialista y lo peor es que lejos de poner orden, sirvió para avivar el enfrentamiento entre españoles.

Desde entonces y hasta 1936, hubo dieciocho Gobiernos, es decir, un promedio de uno cada tres meses y medio. Hasta que la confrontación civil dividió a España en dos y estalló la Guerra Civil que duró tres largos años, desde 1936 hasta 1939.

El régimen político que surgió de esa confrontación no fue constitucional, eran Leyes Fundamentales basadas en una Unidad de Poder en el General Franco y Coordinación de funciones.

Se le llamó a este periodo político "Dictadura atenuada por la inobservancia" y comúnmente Franquismo y duró de 1936 a 1975, año en que falleció Franco y se instauró la Monarquía en España en la persona de S.M. el Rey D. Juan Carlos I de Borbón.

El Rey nombró Presidente de Gobierno a Adolfo Suarez y las Cortes Franquistas aprobaron en 1976 la Ley Para la Reforma Política, Ley de cinco artículos, que sirvió para convocar elecciones a unas Cortes Bicamerales, de las que se creó una Comisión Constitucional a la que se le encargó elaborar el texto de Constitución.

La Ponencia Constitucional del Congreso encargada de redactar el Proyecto de Constitución, estaba formada por Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez Llorca (UCD y Gobierno), Gregorio Peces Barbas (PSOE), Jordi Solé Turá (PCE), Miquel Roca (Minoría Catalana) y Manuel Fraga (Alianza Popular) denominados los siete padres de la Constitución del `78, una representación de todas las fuerzas políticas parlamentarias del momento, salvo los nacionalistas vascos, que prefirieron guardar distancias.

La Constitución fue aprobada en Sesión Conjunta de ambas Cámaras el 30 de octubre de 1978, el 6 de diciembre del mismo año fue sometida a ratificación popular bajo referéndum de todos los españoles y el Rey la sancionó el día 27 de diciembre, entrando en vigor el día 29 de diciembre de 1978, día en que se publicó en el BOE.

Nuestra Constitución actual es fruto de una transición pacífica e impecable y de un periodo político excepcional que supo poner fin a la Dictadura e instaurar una Democracia Parlamentaria y eso sólo fue posible gracias a esa voluntad inmensa de acuerdo, de consenso.

Especial mención merece Adolfo Suárez, a quien se le atribuye el logro de esa concordia. Una persona que "intentó conciliar los intereses con los principios, pero que en caso de duda, siempre se quedaba con los principios".

Por todo esto y por mucho más, la Constitución española de 1978 se considera un modelo de éxito político. Y por eso está preparada para ser reformada en los casos necesarios, con rigor normativo y altura de miras, como en las dos reformas habidas en 1982 y en 2011, pero renunciar a ella en su totalidad, no conviene a ninguna clase política, por cuestiones de seguridad jurídica y por ser el fundamento de la convivencia pacífica y de la libertad de todos los españoles y la Historia se encargará siempre de recordárnoslo.