El Papa Francisco ha otorgado el título de venerable a la Hermana Arcángela, la religiosa de la Congregación de Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo fallecida en Elda, en el año 1918, a la que se atribuyen numerosas gracias, favores y curaciones a través del «agua milagrosa» que se deposita junto a su tumba y no se corrompe. La promulgación del decreto de la Congregación para las Causas de los Santos tuvo lugar ayer, después de que el Santo Padre recibiera en el Vaticano al prefecto. Una audiencia en la que, según ha informado la Hermana Adela de Jesús como postuladora de la causa, el Papa Francisco ha autorizado a la Congregación a dar a conocer las excepcionales virtudes, «en grado heroico», que la sierva de Dios Arcángela Badosa Cuatrecasas practicó en vida.

Se trata de un nuevo paso en el proceso diocesano de canonización que se abrió en 1999 atendiendo al deseo de numerosos devotos, de la Congregación de las Hermanas Carmelitas que fundó la Madre Elisea, y del Obispado de Orihuela-Alicante.

Fama de santidad

Una vez que la Santa Sede le ha concedido el grado de venerable, el siguiente paso será la beatificación para poder ser canonizada y alcanzar la santidad. Precisamente, de la fama de santidad de la Hermana Arcángela ya se comenzó a hablar en Elda cuando se encontraba al cuidado de los enfermos más pobres y desamparados. De hecho, la noticia de su muerte a los 40 años de edad, tras ser contagiada de tuberculosis por los mismos enfermos a los que atendía, se difundió rápidamente por toda la ciudad, siendo su entierro una gran manifestación de afecto y gratitud. Una multitud acudió a darle el último adiós en la capilla del colegio, donde los miembros de la Cruz Roja montaron guardia hasta que sus restos mortales fueron llevados al cementerio de Santa Bárbara. Durante décadas, y como una expresión más de su fama de santidad, se multiplicaron las visitas a su tumba para colocarle flores. Una constante presencia de fieles venidos de toda España que ha continuado después de que los restos de la Hermana Arcángela fueran exhumados el 30 de octubre de 2002, para ser depositados al día siguiente en la iglesia de Santa Ana, a donde los devotos siguen acudiendo un siglo después de su muerte.

«Ángel de Caridad»

El «Ángel de Caridad», como le llamaban los pacientes a los que atendía, nació en Sant Joan les Fonts de Girona en 1878 y fue destinada a Elda tras ingresar en el convento de las Carmelitas de Orihuela con 30 años. Era huérfana de padre y madre y a los 11 años la adoptó una tía de la que cuidó hasta su muerte. Fue entonces cuando decidió consagrar su vida a Jesucristo. Comenzó dando clases en el colegio de la Congregación pero al año siguiente la destinaron al hospital municipal para sustituir a otra monja que había enfermado. A pesar del temor natural que sentía hacia los enfermos infecciosos y del alto riesgo de contagio que existía en aquella época por la falta de medios, los testimonios de las personas que la trataron, e incluso de quienes convivieron con ella, reflejan la caridad y el amor que demostró hacia todos los enfermos. Su disposición de entrega en la atención hacia ellos, a costa de su descanso, hacía que durante la noche se levantara hasta ocho veces para estar pendiente de los más graves. Un ejemplo de vida venerable.