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César Orgilés: «El sector no está dormido en materia de innovación»

César Orgilés, presidente del Clúster de Innovación Áxel Álvarez

El Clúster de Innovación del Calzado cumple, en 2018, diez años de vida. La agrupación compuesta por el centro tecnológico del calzado Inescop, la federación de industriales de este sector FICE, la agrupación de interés económico C2i2 y casi un centenar de empresas ha propiciado que algunas de las investigaciones se puedan materializar y convertir los proyectos de investigación en innovación. Su presidente, César Orgilés, comenta que el clúster está inmerso en varios programas y que el Campus de Alcoy de la Universidad Politécnica ha pedido su incorporación a él.

La innovación parece ir asociada a la tecnología ¿Esto es así?

La innovación es hacer cosas nuevas o mejoradas tanto en los temas de tecnología, materiales, organización, procesos y servicios. La única condición es que llegue al mercado y que éste lo valore.

Durante años parece que el calzado mantenía procesos de fabricación estancados ¿En esta última década se ha dado un paso cualitativo en innovación?

Venía de algo más atrás, quizás desde hace dos décadas. La industria sigue siendo considerada como tradicional, manufacturera, intensiva en mano de obra... ese calificativo no nos lo terminamos de quitar de encima, porque además hay muchas empresas que no han implementado grandes innovaciones, aunque lo que si han incorporado son nuevos materiales o las tecnologías que hay en el mercado. Todavía hoy en día gran parte de las máquinas no funcionan solas.

¿En qué parte del proceso se ha producido la automatización?

En el diseño por ordenador, la impresión en 3D. Las tecnologías más punteras de cualquier sector están implementadas a la industria zapatera, al igual que ocurre con los materiales. Todos los polimeros existentes en el mercado tienen su aplicación de una u otra forma en el calzado. Asimismo se utilizan los últimos métodos para preparación de superficies y aplicación de adhesivos. La industria no está dormida. El hecho de que España sea un productor y exportador de calzado de primer orden se basa en la innovación.

Para una industria que quiere dar una imagen de modernidad, de puntera, seguir manteniendo el calificativo de manufacturera, ¿es un lastre?

Algunos nos lo añaden como si fuese un lastre, pero para mi no tiene carácter peyorativo porque va asociado a una industria que tiene gran necesidad de mano de obra. Y el país no está para prescindir de actividades que necesiten del empleo. Pero, junto con ese carácter manufacturero hay gran cantidad de procesos que han cambiado.

¿Cuál es el mayor obstáculo a la hora de introducir las nuevas tecnologías?

Hay una parte de la fabricación del calzado, que es cuando el zapato no tiene solidez, en la preparación del corte, el cosido hasta el montado, que es complejo automatizarla, robotizarla. Es casi imposible. Mientras está la piel suelta es muy difícil manipularla porque es un material blando y una materia orgánica.

El calzado está inmerso en cambios hacia la industria 4.0, la transformación digital y la organización. ¿Cúal es su próximo reto?

La personalización del calzado. Ya hemos visto la creación de hormas mediante impresión en 3D. Así, se consigue rápidamente el modelo del zapato y dan como resultado una horma que se le puede entregar al cliente con su zapato personalizado a las dimensiones y características de su pie, que pueden utilizar como un molde y así evitar que se deforme con el uso.

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