Las causas por las que numerosas aves están apareciendo muertas en las calles de Elda se desconocen. El fenómeno se viene produciendo con inusual frecuencia durante los tres últimos meses y afecta a especies comunes que suelen habitar en la ciudad.
Este diario ha sido testigo, entre julio y septiembre, de la presencia de una decena de aves muertas de diferentes especies -golondrinas, palomas, gorriones y vencejos- y sin evidencias externas de haber sufrido disparos u otro tipo de daño físico. Además, los cadáveres han aparecido dispersos y en zonas separadas del casco urbano. Concretamente en los barrios de Almafrá, Sector 9, Zona Centro, Caliu y Numancia.
Los expertos consultados mantienen diferentes hipótesis pero todos coinciden en la necesidad de recoger los cuerpos para realizar necropsias con las que poder determinar la causa exacta del fallecimiento. A este respecto el biólogo José Carlos Monzó apunta a varias posibilidades. La falta de agua es una de ellas. En varias ocasiones se ha recomendado que en los balcones se pongan recipientes para que beban las aves, como por ejemplo las golondrinas, que con las fuertes olas de calor pueden deshidratarse hasta sobrevenirle la muerte. Precisamente en el verano recientemente finalizado se han producido en Elda varios episodios de temperatura y humedad extremas.
Otro de los peligros puede estar, paradójicamente, en las fuentes y estanques de los parques y en las piscinas de instalaciones deportivas a los que suelen acudir los pájaros para aplacar la sed. Con el fin de evitar problemas de salud pública las autoridades y los particulares suelen clorar el agua y utilizar desinfectantes. Sustancias que pueden resultar nocivas para la fauna. En este contexto también cabe aludir al daño que a los animales, tanto silvestre como domésticos, les ocasiona el uso abusivo de determinados productos herbicidas o fitosanitarios empleados en el campo y en los espacios verdes de las ciudades. En estos casos las aves, al alimentarse, sufren intoxicaciones que deterioran su salud hasta provocarles la muerte. Tampoco hay que olvidarse del veneno. «Por culpa de la proliferación de gatos, debido a la aberración de los comederos públicos para felinos, la gente termina cansándose y pone veneno. En estos casos puede darse las circunstancia de que el veneno sea ingerido también por algunos pájaros», explica el experto señalando, por último, que el aumento de la mortandad de las aves también es un proceso habitual al finalizar el verano. La sequía reduce el alimento y algunos ejemplares, sobre todo los más viejos, se debilitan y mueren de inanición. No obstante Monzó ha insistido en indicar que, «sin evidencias científicas, nos movemos en el terreno de las hipótesis».
