La situación meteorológica marcó ayer la Procesión de la Patrona de Villena, Nuestra Señora de las Virtudes. El acto comenzó pasadas las seis y media de la tarde, con el paso por la iglesia de Santiago de los socios de las comparsas del Bando Moro: Moros Viejos, Moros Nuevos, Bando Marroquí, Realistas, Nazaríes, Bereberes y Piratas con el fin de mostrar la devoción que sienten por la Sagrada Imagen, antes de continuar el acto por unas calles de Villena llenas de gente y de fiesta.

Los pronósticos daban lluvia en la ciudad sobre las nueve de la noche y así fue. El aguacero motivó, que con la salida de la iglesia de los Estudiantes, se paralizase el acto. Los festeros y músicos comenzaron a resguardarse del agua en almacenes y en los portales de las viviendas. Asimismo, el templo de Santiago se llenó de público, esperando que el tiempo diera una tregua y la Patrona pudiese realizar su tradicional paseo por la ciudad. Así, la Junta de la Virgen y la Junta Central de Fiestas decidieron aplazar media hora la procesión. Cuando, contra todo pronóstico, la lluvia cesó y los socios de la comparsa de Marinos Corsarios pudieron mostrar su devoción ante la Sagrada Imagen.

Poco a poco, el público volvió a la calle para continuar viendo el acto más solemne de las fiestas de Moros y Cristianos de la ciudad.

La jornada del 8 de septiembre, el día de la onomástica de la Virgen de las Virtudes, transcurrió con normalidad. Por la mañana, en la Misa Mayor en la iglesia de Santiago, el alcalde de Villena, Javier Esquembre, entregó al párroco del templo, Reyes Rodríguez, un cuadro conmemorativo del nombramiento de la Patrona de Villena como Alcaldesa Perpetúa de la ciudad hace cincuenta años.

Así, a las seis de la tarde, el acto de la Conversión del Moro al Cristianismo discurrió según el guión previsto y el embajador moro, Francisco Leal, recibió el sacramento del bautismo de manos del embajador cristiano, Jorge García.

La Conversión del Moro al Cristianismo de Villena es una antigua comedia de Moros y Cristianos que se debió escribir en el siglo XVII y cuenta con numerosas ediciones posteriores. De todas ellas la más antigua de las conocidas es un pliego de cordel del siglo XVIII que se guarda en los archivos de la Biblioteca Nacional. Se trata de una de las joyas de las fiestas de Moros y Cristianos de la ciudad y, cada año, son más los festeros y vecinos de otras poblaciones que acuden a ver este autosacramental.