El Gobierno valenciano ha elevado al Gobierno central la petición de autorización al Parlamento Europeo para crear la Denominación de Origen (DO) Calzado de España. Una iniciativa que ha partido del empresario eldense Fernando Arellano siguiendo los pasos iniciados años atrás por José María Amat Amer, el fundador y director honorífico del Museo del Calzado de Elda.
En un primer momento el objetivo perseguido era crear una DO exclusiva para los zapatos fabricados en Elda. Pero, tras los contactos mantenidos por Arellano en los últimos meses con la directora general de Industria y Energía, Maria Empar Martínez, y con la subdirectora María Dolores Tarrazona, se optó por ampliar el ámbito de protección del calzado elaborado en toda la Comunidad Valenciana. Sin embargo tampoco esta propuesta ha podido prosperar y, finalmente, será el Gobierno central quien defienda la aprobación de esta calificación en Bruselas, a través de sus eurodiputados, extendiéndola al conjunto del calzado español.
Una medida que, en caso de obtener el permiso de la UE, garantizaría al consumidor una buena calidad del producto y unas características específicas únicas que lo diferenciarían de un zapato realizado en otro país o con otra materia prima. A cambio los productores obtendrían una protección comercial y legal contra la producción en otras zonas, aunque se utilicen las mismas técnicas y materiales, fomentándose la organización del tejido productivo y facilitando el acceso a los mercados internacionales.
Sobre esta cuestión cabe recordar que en junio de 2015, tal y como este diario publicó, el exdirector del Museo del Calzado de Elda, José María Amat Amer, ya propuso crear la Denominación de Origen «Fabricado en Elda» o «Hecho en Elda» para distinguir a los zapatos confeccionados en la ciudad o en los municipios vecinos de Petrer, Monóvar y Sax. En aquel momento ya defendió que una marca específica serviría, además, para complementar su idea inicial de poner en marcha una Feria del Calzado en la capital del Medio Vinalopó. Por eso destacaba entonces la necesidad de «lanzar una exposición desde nuestra ciudad para el zapato fabricado aquí acompañándola de otras acciones que giren en torno al mismo objetivo.
Es decir -puntualizaba- vamos a arropar a nuestros zapatos con una marca propia y específica, además del habitual Made in Spain, que es un buen camino para proteger nuestra industria pero no es suficiente». Para Amat Amer «Elda se ha hecho merecedora de etiquetar sus productos de calidad y, por eso, esta cuestión debe ser prioritaria e incuestionable para todos los que trabajamos alrededor del sector calzado, y lo hacemos además en la ciudad que mayor fama tiene por hacer zapatos de primer nivel». Un fin que el empresario Fernando Arellano comparte por completo con el director honorífico del Museo del Calzado, pero que no ha podido materializar en su dimensión local al toparse con las trabas de la burocracia, la normativa vigente, las competencias políticas y los tratados comerciales.
