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La ambición por progresar en los estudios pese los obstáculos raciales

La villenense Tamara Gavarre supera las barreras como mujer gitana y vive su sueño de compartir piso de estudiante en Italia

La alumna con el director de CIPFP Valle de Elda, su profesora y su coordinadora en Italia. información

Tamara Gavarre (27 años y casada) es de Villena y ha finalizado sus estudios de grado medio de Formación Profesional en el ciclo de Técnico en Atención a Personas en Situación de Dependencia y ahora se ha matriculado en el superior de Integración Social en el Valle de Elda. Gavarre es mujer y es gitana. Dos circunstancias, mucho más la segunda que la primera, que le hacen ser excepcional en las aulas del CIPFP eldense.

Tamara se dedicaba a limpiar casas y residencias y a ser una ama de casa, aunque de su cabeza no desaparecía la idea de retomar los estudios y así avanzar y conseguir un puesto de trabajo mejor remunerado, con mejores horarios y más reconocido. Vio la oportunidad de reconducir su carrera cuando animó a su sobrino a matricularse en el CIPFP Valle de Elda. Y con él, también lo hizo ella.

Dos años después, Tamara regresó de estar tres meses de prácticas laborales en Italia. Las realizadas están dentro del Programa Erasmus+, programa en el que el CIPFP Valle de Elda participa desde hace varios años. Concretamente han sido llevadas a cabo en el IPAB de Vicenza, el Instituto Municipal Público de Atención a Personas Mayores. Su coordinadora fue Isabel Fernández.

Gavarre ha encontrado en su estancia en la patria de las pizzas la fuerza necesaria para seguir estudiando. La de Villena indica que «mi sueño era compartir un piso de estudiante con mis compañeras, vivir mi independencia» y en Italia lo ha conseguido. Ahora, con determinación, asegura que no cejará en su proyecto de obtener una titulación universitaria. Su objetivo es «ayudar a las familias de etnia gitana para que no se favorezca el abandono de los estudios».

La estudiante del Valle de Elda es consciente que ser de etnia gitana conlleva cierto rechazo y aunque asegura que no lo ha sufrido en el centro de Formación Profesional eldense recuerda que en los Campamentos de Verano experimentó la discriminación en propia persona. Relata que «lo hacen los niños pero es lo que les inculcan en sus casas».

Con este bagaje y con las inquietantes noticias de la situación de los gitanos en Italia, Tamara se preocupó de invisibilizar su etnia. A nadie se lo dijo e intentó que no se le notara. Llegó a un país donde se prepara un censo de calés para expulsar a los irregulares y en el que el ministro de Interior de Italia, Matteo Salvini, ha indicado que «los gitanos italianos, desafortunadamente, habrá que quedárselos». Gavarre subraya que «me dolía, me sentía mal al no poder decirlo». No cumple con el perfil de los tópicos de las mujeres gitanas pero afirma que «me siendo orgullosa de serlo y de mi cultura y al no mostrar lo que soy sentía que estaba engañando de alguna manera a mis compañeros».

Antes de llegar a Italia, había que estudiar. Las notas marcaban la posibilidad de viajar con Erasmus+ o no. Ocho horas de trabajo mas ocuparse de su casa le restaba tiempo a los estudios. En la sociedad en la que vive, la cultura del esfuerzo no es una prioridad, pero decide levantarse de madrugada para conseguir los mismos resultados que sus compañeros.

Este verano, Tamara está en el servicio de limpieza de la residencia de APADIS y recuerda cómo el equipo directivo y las administrativas del centro de Elda se alegraron cuando vieron que tenía la oportunidad de seguir estudiando en el grado superior elegido.

Un ejemplo de superación en un colectivo en el que, según los datos de Fundación Secretariado Gitano, 6 de cada 10 personas gitanas mayores de 16 años son analfabetas. Sólo un 10% completa los estudios secundarios o superiores.

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