Los profesores Alejandro Cañestro y José Ángel Maciá presentan, tras más de dos años de intensas investigaciones, el libro «Sacrum Castellum. Estudios artísticos sobre el templo de Santa María de Monforte del Cid». Una obra editada por la Universidad de Alicante y su cátedra Arzobispo Loaces, patrocinada por la Diputación Provincial y la Asociación Cultural Comparsa Contrabandistas de Monforte, y prorrogada por el catedrático emérito de la Universidad de Murcia Germán Ramallo.
El vaciado minucioso del intacto archivo histórico parroquial ha permitido sacar a la luz infinidad de datos y curiosidades de los diferentes procesos de construcción del templo monfortino. Con los escasos datos que existen sobre su origen como castillo, el licenciado José Ángel Maciá sostiene la hipótesis de que su base es musulmana. «Las excavaciones del arqueólogo Miguel Benito a finales de los 80 nos dan la clave de su origen almohade, aunque son otros muchos datos que publicamos en el libro los que refuerzan su hipótesis», indica Maciá.
La arquitectura, la escultura, la pintura y las artes decorativas también han sido analizadas en capítulos desarrollados por el doctor y profesor universitario Alejandro Cañestro, quien no ha escatimado esfuerzos en recrear el «glorioso pasado» de este importante templo alicantino por el que pasaron los mejores artistas de cada tiempo. «Esta iglesia es paradigmática para conocer el cambio de mentalidades y apariencias que experimentan los templos, pues al armazón gótico se le suma la corrección renacentista, el adorno barroco y la ampliación clasicista», explica.
Además, según se desprende de la rica documentación hallada, recibió a los mejores artistas de cada tiempo. Desde el pintor monfortino Guillem Soria del siglo XVI, que posteriormente colaboró en el presbiterio de la catedral de València, al platero valenciano Simó de Toledo, autor de la cruz procesional que aún subsiste en la iglesia. También dejó su impronta en la iglesia el fraile Antonio Villanueva, del siglo XVIII, y el escultor valenciano José Esteve Bonet tallando el grupo de la Virgen de los Dolores.
La ermita desaparecida
Aunque en Monforte es una tradición oral la predicación del santo valenciano Vicente Ferrer, por primera vez se ha podido documentar con un testimonio del siglo XVIII. «Una mezcla de sorpresa y alegría nos sobrevino cuando vimos que el oriolano Josef Montesinos, en uno de sus viajes a finales de 1789, indica que en la ermita de la Sangre de Cristo pudo leer un documento donde hablaba de la presencia del santo en Monforte, por lo que claramente acerca esta tradición a una realidad más plausible», indica José Ángel Maciá que, a su vez, ha profundizado en otras construcciones religiosas como la ermita de San Pascual, la de San Roque y otra desaparecida y de la que apenas se conocen datos como la ermita de los Dolores, «que se encontraba a tiro de pistola de la iglesia de Monforte».
Los vínculos con la Corona
Otros datos desconocidos que ayudan a elevar más la categoría del templo monfortino son, por citar algunos ejemplos, el detalle que en 1790 tiene la reina María Luisa de Parma al regalar un terno y un vestido a la imagen del Niño Jesús porque, según el testigo escrito, había curado al infante Fernando VII. La duquesa de Alba, por su parte, en 1855 legó un vestido a la Purísima y un año más tarde, la infanta de España, hija de don Francisco de Paula, hizo lo mismo. A ello debe añadirse la compra en 1794 de una alfombra a la Real Fábrica de Tapices, único caso encontrado en la provincia.
«Con datos así -concluye el profesor Cañestro- no cabe duda de que esta iglesia fue un gran foco de experimentación artística de primer nivel, un lugar donde se ensayaron corrientes estilísticas a la altura de una catedral». El libro se presentará a las ocho de la tarde del próximo jueves en el templo parroquial y los fondos se destinarán a su restauración. Un gesto altruista de los dos investigadores.
