La cordobesa Isabel García y su marido, el ruso Igor Kalchenko, ya no pueden seguir interpretando su típico repertorio de canciones populares en el parque de la Concordia de Elda. Eran fijos desde hace cuatro años en las mañanas de los sábados y los martes cuando se instala el mercadillo de Santa Bárbara. Ella cantando -se sabe de memoria la letra de 120 canciones- y él con un pequeño órgano eléctrico que aprendió a tocar por su cuenta, hace siete años, después de perder el trabajo de mecánico tras sufrir tres infartos.

Pero el Ayuntamiento les ha exigido ahora unos requisitos que no pueden cumplir. Para continuar con su actividad, a cambio de las pocas monedas que obtienen de los viandantes, deben empadronarse en Elda, contratar un seguro de responsabilidad civil, darse de alta como autónomos y estar al corriente del pago de los derechos de autor. Demasiado dinero para dos parados residentes en Novelda, que se aproximan a los 60 años, y que hace tiempo agotaron todas las prestaciones sociales a las que tenían derecho. Ahora «malviven» consiguiendo entre cinco y quince euros al día.

«Pero preferimos cantar a tener que pedir como hacen otros. Nosotros somos artistas y nos tratan como mendigos», se queja Igor mientras Isabel añade: «ésta es la única manera que tenemos de salir adelante y nos la quitan. ¡Queremos cantar y no mendigar!».

Los problemas comenzaron en el último año. Las autoridades recibieron quejas vecinales y hace unos días desde el Ayuntamiento les comunicaron que no podían seguir dando conciertos en la vía pública sin regulación. Isabel e Igor llegaron a contratar un seguro civil pero el dinero ya no les da para cumplir con el resto de peticiones. Así que han tenido que «buscarse la vida», como ellos mismos dicen, porque solo pueden actuar ya en el mercadillo de Petrer. Por eso Isabel pasea en los últimos días por las calles de Elda con un títere, que hace bailar con una música a un volumen muy bajo para no molestar. Y, además, sin perder la sonrisa.