Elda despierta de sus fiestas de Moros y Cristianos. Un bonito sueño de cinco días muy disfrutados. Hoy ya no suenan pasodobles, marchas, petardos, campanas, cascabeles ni arcabuces. Los festeros ya no colorean las calles, ya no hay bullicio ni ajetreos, el castillo de Embajadas se ha quedado solo, el Zoco se ha retirado y los cuartelillos están cerrados.

La ciudad recobra la normalidad y las avenidas que desde el jueves conquistaron las comparsas vuelven a ser dominio de coches y motos. Todo forma ya parte del recuerdo pero la fiesta se renueva cada año, y desde hoy comienza a aflorar en Elda la ilusión de los Moros y Cristianos de 2019.

El adiós de ayer se convirtió en una alegre despedida. Sobre todo cuando los festeros acompañaron a San Antón desde el templo de Santa Ana hasta su pequeña ermita en la calle Independencia. Fue un traslado ágil, de pasodobles, emociones y agradecimientos al patrón. Una gran alborada pirotécnica, el alboroto de la «campanica» y el pasodoble a «San Antón» selló, a las diez y media de la noche, el último acto de 2018.

A continuación Piratas, Estudiantes, Zíngaros, Contrabandistas, Cristianos, Moros Marroquíes, Moros Realistas, Huestes del Cadí y Moros Musulmanes marcharon desde la ermita, en pasacalles, para despedir a sus capitanes y abanderadas en el último y emotivo acompañamiento a sus casas y sedes.

Una jovial despedida que vino precedida de la solemne Procesión de San Antonio Abad a partir de las seis y media de una tarde cálida y gris. Desde el pórtico principal de la iglesia la imagen dio su bendición a los festeros de las nueve comparsas y a sus respectivas capitanías. Y tras pasar la última escuadra, diez minutos antes de las nueve de la noche, los porteadores, este año los Moros Musulmanes, se echaron la talla al hombro con devoción para iniciar el recorrido que abrió la Mayordomía, con los Embajadores y estandartes, y cerró el alcalde Rubén Alfaro con el presidente de la Junta Central de Comparsas, Pedro García, y el resto de autoridades civiles, festeras y eclesiásticas.

Desde la calle San Francisco hasta la plaza del Ayuntamiento para cubrir el trayecto de Pedrito Rico, Antonino Vera, José María Pemán, Dahellos, Ortega y Gasset, Nueva y Colón. Calles llenas de eldenses que se ponían de pie en señal de respeto mientras aplaudían, vitoreaban y fotografiaban al santo. No querían perderse la despedida y cierre de la celebración. Un acto de marchas sobrias, redoble de tambores, semblantes serios y pasos regios que se caracteriza por la solemnidad con la que las escuadras rinden honores a su querido santo.

Con una gran palmera dibujada con fuego en el cielo acabó a las diez de la noche la Procesión. Comenzaba entonces el Trasladado de San Antón a la ermita donde permanecerá hasta el próximo 17 de enero. El día en el que volverá a recorrer el casco histórico de Elda para presidir su hoguera.