La Agrupación Musical Santa Cecilia de Elda abrió el desfile vespertino del domingo interpretando la marcha mora «Tudmir» de José Rafael Pascual Vilaplana. Tras ellos, el embajador moro David Juan Monzó entró en las calles del recorrido acompañado de la escuadra Musul de los Musulmanes y los estandartes de las comparsas.

Los Moros Marroquíes eran los encargados de la apertura de la Entrada Mora y llegaron como un Siroco, el viento del sudeste del Mediterráneo que proviene del Sahara y acercaron los aires de tierras lejanas, en la que la dureza de sus territorios propicia hombres dispuestos para la batalla. Así, los guerreros de las dunas arrasaron los aplausos del numeroso público que ocupaba sillas y tribunas dispuestos a ver el espectáculo de la Entrada Mora.

La tormenta del desierto convierte la arena en fuego y cobra vida, envolviendo en sus entrañas a los espíritus de los guerreros marroquíes, la muerte en la batalla, la victoria y la derrota. Tres zancudos simbolizaron esta idea. Y tras el denso Siroco, el pueblo marroquí, entre el fuego y la tormenta, danzó sin descanso invocando a los espíritus de sus temidos guerreros.

Los Rollin No Están, celebraron su 25 aniversario desfilando en la parte central del bloque de guerreros, aportando dos caballos al espectáculo, uno de ellos como cabo batidor. El otro desplegó su arte y belleza junto a una bailarina que bailó al son de las marchas moras animando a los soldados entre descanso y batalla.

Los Moros Marroquíes han podido sacar adelante este boato con la colaboración de muchas de sus escuadras. Larumwatas, Me pones Negra, La Mesnada, Al-Jarra y Pedal, Amor de Hombre, Ala Birra y Quiroma conformaron el ejército marroquí, que avanzaba hacia la conquista, en un alarde de fuerza y grandeza, escoltados por su veterana Guardia Negra. Estos a su vez dieron paso al bloque de guerreros que regresaban de la guerra, heridos, armados, orgullosos, victoriosos, alardearon de su triunfo en la batalla, comandados por su cabo y caballos de batalla, a los que jalearon golpeando con sus lanzas y ofreciendo sus defensas. Los dos se abrieron paso entre sus tropas para recorrer cada rincón de su ejército y sus soldados invictos. Los Bereberes cerraron las filas flanqueando el carro de armas del batallón.

Tras ellos, los camellos arábigos entraron en escena aportando gran espectacularidad y elegancia al boato. La escuadra Chema Magnum, alzados por dromedarios, celebraron así su vuelta a los desfiles como escuadra, después de su paso como soldados de la Guardia Negra. Llevan 41 años participando en los desfiles y estrenaron nuevo traje, cuyo diseño rememora el primer traje que lucieron los comparsistas marroquíes en las fiestas de 1945. La Escuadra Pachecos, nacida en 1999, también montados sobre las jorobas de 12 dromedarios y comandados por su cabo Jonathan Maestre, clausuraron el majestuoso boato. Y mientras que en la Entrada Cristiana los ojos se alzaron al cielo por la amenaza de lluvia, el domingo el sol saludo con intensidad a la Entrada Mora.

Por otra parte, la recientemente nombrada, consellera de Sanidad, Ana Barceló, asistió ayer a la tribuna de autoridades de Elda en la que también se pudo ver a la alcaldesa de Petrer, Irene Navarro, y al de Sax, Juanjo Herrero.