La espectacularidad que la Entrada Cristiana ha ido adquiriendo en Elda con el paso de los años no parece tener límites. Desde las seis de la tarde hasta pasadas las doce de la noche fueron sucediéndose por el centro de la ciudad cientos de escuadras de Piratas, Estudiantes, Zíngaros, Contrabandistas, Cristianos, Moros Marroquíes, Moros Realistas, Huestes del Cadí y Moros Musulmanes. Un lujo para los sentidos.

Pero ayer era el día de la Triunfal Entrada Cristiana y este año le correspondía a la comparsa de Piratas abrir el desfile del bando de la cruz. Tras el séquito del Embajador, con un boato que ensalzó la participación de la abanderada y el capitán mayor e infantil, tomaron las calles los fieros bucaneros.

El cielo estaba cubierto, los termómetros marcaban 24 grados, había mucha expectación en la ciudad y el recorrido estaba lleno de público desde Juan Carlos I hasta Padre Manjón. Era el gran momento, arrancaban marchas y pasodobles y dos ballets, que representaban los elementos de la naturaleza, partieron desde la plaza Castelar. Comenzaba el boato y a continuación se presentaba una carroza simulando la isla de Tabarca, el santuario de los piratas donde guardaban sus tesoros y se refugiaban de sus asaltos por los pueblos de la costa alicantina. Personajes alados y alegóricos y, entre ellos, dos grupos de jóvenes bailarinas hipnotizando al público con sus cantos de sirenas. Náyades danzando tanto a pie de calle como en una carroza que precedían el bloque pirata.

Las cuatro gotas de lluvia que cayeron al principio y al final de su partida preocuparon al presidente de la comparsa, Antonio Gómez, que supervisaba con nerviosismo el arranque del montaje escénico mientras miraba con preocupación al cielo. Junto a él se encontraba Pedro García, el presidente de la Junta Central de Comparsas, y a su lado el alcalde Rubén Alfaro, que estuvo aplaudiendo y animando las escuadras antes de ejercer de cabo, con la marcha militar Gibraltar, al frente del bloque de su comparsa de Estudiantes.

El boato de calaveras y tatuajes, espadas corsarias y trabucos bucaneros formado por 200 personas y 70 músicos se disipó en media hora, como una fugaz tormenta pirata, tras la que aparecieron a caballo el capitán y la abanderada, Francisco José Asensi e Isabel Sánchez, mientras los pequeños, Antonio Miguel García y Marina Deltell, desfilaban a pie en medio de la comparsa. Los cuatro custodiados por 57 escuadras donde hubo risas y lágrimas. Especialmente emotivo fue el paso de una escuadra femenina cuyas integrantes desfilaron muy emocionadas con el traje oficial y sin la cabo, tras su reciente fallecimiento. Un gesto con el que quisieron dedicarle su particular homenaje póstumo y que fue muy aplaudido a su llegada a la tribuna principal, donde estaban los alcaldes de Pinoso y Dolores entre otras autoridades y cargos festeros.

Los osados Piratas fueron conquistando la ciudad al abordaje y navegando por aguas turbulentas hasta llegar a buen puerto para seguir escribiendo su historia festera. Y lo hicieron doblegando una vez más las inclemencias. Como la de ayer con la predicción del tiempo. Antes de arrancar la Entrada Cristiana la Agencia Estatal de Meteorología daba un 85% de probabilidades de tormenta en Elda entre las seis de la tarde y las doce de la noche. El cielo se cubrió de negros nubarrones que el viento se encargó de alejar. Tronó y hubo amago de lluvia en un par de ocasiones pero la ilusión de los festeros pudo más, y los Moros y Cristianos se lucieron en el primer gran desfile de las fiestas de este año. Un lujo para los sentidos.