El galápago leproso (Mauremys leprosa) comienza a reproducirse en el humedal de Pinoso a los cinco años de detectarse su presencia en este enclave natural protegido. De momento se han localizado cinco ejemplares juveniles recién nacidos, aunque es muy probable que la cifra de «bebés tortuga» sea mayor porque las hembras pueden llegar a poner hasta 13 huevos cada verano.
Fue en agosto de 2013 cuando se observaron, por primera vez, dos ejemplares aislados de esta tortuga semiacuática y autóctona de la Península Ibérica, que está protegida en la Unión Europea al pertenecer a una población amenazada y en progresivo retroceso.
Fueron vistas en puntos muy alejados y los voluntarios del Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Pinoso no pudieron constatar, en ese momento, la existencia de una población consolidada. A la falta de un muestreo hubo que añadir la contaminación existente en algunos puntos del humedal, lo que impidió disponer de datos concretos sobre su presencia estable.
Sin embargo durante los años 2016 y 2017 la Conselleria de Medio Ambiente liberó en el enclave una veintena de ejemplares de galápago leproso procedentes del Centro de Recuperación de Fauna. El objetivo era seguir reintroduciendo esta especie para reforzar su población en el interior de la provincia de Alicante. Y más concretamente en el humedal del Medio Vinalopó situado en la latitud más al oeste de la provincia de Alicante. De ahí que la suelta se realizara en colaboración con el Área de Medio Ambiente y el voluntariado ambiental. Pero eso sí, todas las tortugas fueron marcadas previamente para poder diferenciarlas del resto.
Pues bien, esta misma semana se han localizado cinco galápagos leproso juveniles de pocos días. Ha sido en las tareas de mantenimiento realizadas por los peones forestales de los programas de empleo del Servef y, para el técnico municipal de Medio Ambiente, el biólogo José Carlos Monzó, supone «un claro síntoma de que la restauración ambiental del humedal, aunque lenta, avanza y va en la buena dirección». De hecho, es una especie «muy agradecida» frente a proyectos de recuperación de ecosistemas naturales como es el caso.
Pero también hay una mala noticia. Desgraciadamente se ha localizado alguna tortuga de Florida en el humedal». Se trata de una especie exótica invasora que, según indica el experto, es fundamental evitar y controlar porque supone una grave amenaza para la biodiversidad local. Entre otras razones porque son más agresivas que las tortugas de agua autóctonas y terminan desplazando sus colonias a zonas más inhóspitas y con más dificultades para conseguir alimento. A pesar de ello, y gracias al esfuerzo mantenido por los voluntarios durante los últimos años, los galápagos de Florida se han ido retirando del entono.
También el Consistorio pinosero ha demostrado su compromiso con la restauración del humedal desde el año 2003, cuando la concejalía de Medio Ambiente comenzó a promover la comprar parcelas para garantizar la conservación de este valioso hábitat.
«Igualmente es fundamental invertir en la restauración ambiental -subraya José Carlos Monzó- porque no nos queda tiempo y debemos destinar más esfuerzos en recuperar la naturaleza y restablecer su equilibrio. Y todo ello sin fomentar la falsa idea de que simplemente con la educación ambiental se van a arreglar los problemas ambientales. Si no se respetan y se hacen cumplir la leyes, y se recuperan los procesos naturales y los ecosistemas, es una hipocresía seguir hablando de educación ambiental», concluye el biólogo municipal que califica de «drama» la pérdida de la biodiversidad y de «vergüenza» que las sociedades civilizadas miren a otro lado como si el problema no fuera con ellas.
