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El fantasma de la despoblación se cierne sobre el Alto y Medio Vinalopó

Los municipios de la comarca pierden entre un 3% y un 5% de sus habitantes - Elda y Villena son las ciudades que sufren un mayor descenso

El envejecimiento es uno de los graves problemas de la despoblación. axel Álvarez

No son municipios en peligro de extinción. Todos, menos uno Camp de Mirra (436), superan los 500 habitantes y sin embargo, las poblaciones del Alto y Medio Vinalopó sufren una sangría continua de vecinos. Las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) son crueles con estos núcleos urbanos, que en la última década han visto caer su población en rangos entre el 3 y el 5 por ciento. En este mismo periodo sólo dos registran un leve incremento: Aspe y Cañada. Con una subida menor de un 1 por ciento son la rara avis entre un cúmulo de cifras negativas.

La incesante despoblación de las comarcas del interior de Alicante es uno de los desafíos pendientes de las administraciones locales, que no aciertan a cómo frenar este goteo, que además de reducir sus recursos humanos y económicos, significa un fuerte envejecimiento de la población. A los ayuntamientos les interesa tener cuanta más población empadronada posible porque así reciben más ayudas económicas.

La provincia de Alicante, con 1.825.332 habitantes, es la quinta más poblada de España, por detrás de Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. Pero frente a la presión demográfica que se sitúa en la costa, las comarcas del Vinalopó viven otra realidad. En último lustro, los municipios que se agrupan en estas dos demarcaciones [Algueña (-155), Aspe (+116), Beneixama (-82), Biar (-45), Camp de Mirra (-8), Cañada (+5), Hondón de las Nieves (-601), Hondón de los Frailes (-803), Elda (-1.916), Monforte del Cid (-211), Monóvar (-667), Novelda (-824), Petrer (-164), Pinoso (-190), La Romana (-132) Salinas (-41), Sax (-41) y Villena (-926)] muestran, en su mayoría, un saldo negativo.

Las cifras más preocupantes son las de Algueña, con un porcentaje de un 10% de caída en el número de habitantes; la de Hondón de las Nieves con un 20%; y la de Hondón de los Frailes, que llega a alcanzar un descenso de casi un 40% en el padrón.

Por otra parte, las dos capitales de las comarcas, Elda, también se encuentran en unos niveles altos frente a otros municipios más pequeños, que a pesar de contar con un menos servicios logran retener a quienes allí nacieron.

En el caso de Elda, la sangría de habitantes parecía recogerla la vecina Petrer, que durante algunos año vio como la línea gráfica de su población se disparaba. Sin embargo Petrer también comienza a perder habitantes, aunque a menor ritmo. En el último lustro, la conurbación Elda-Petrer ha descendido en su computo global en un 3 por ciento. En cifras netas ha perdido 2.080 habitantes y se contabilizan 87.153 en el INE de 2017.

Uno de los graves problemas de la despoblación de los municipios no es sólo la pérdida de vecinos, sino que quienes abandonan sus hogares buscando otro lugar donde vivir que le ofrezca mejores oportunidades son los más jóvenes. Así, el envejecimiento de la población es una constante en las pirámides demográficas de estos municipios, que cada vez cuentan con un menor natalidad, lo que agrava a su vez estas circunstancias.

Algunas de las poblaciones ven como los colegios y los institutos que se edificaron hace unos años para albergar a sus niños y jóvenes ahora se le quedan grandes.

Tras la burbuja del ladrillo que logró aumentar la demografía de las ciudades gracias a los inmigrantes, la crisis económica materializó unos padrones más escuálidos al marcharse quienes llegaron a España buscando un mejor futuro. Detrás de ello se fueron del país los jóvenes, en su mayor parte con titulación universitaria, a otros países de Europa donde pudieran ejercer la profesión para la que habían estudiado.

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