El 4 de junio de 2017, Antonio sorprendió un mensaje de su mujer que la delataba una vez más en una mentira: leyó un mensaje de Maje a su mejor amiga, Rocío, en el que le pedía que la cubriese diciendo que esa noche trabajaba en el hospital, aunque en realidad había quedado con Jose, el amante al que había conocido en mayo y que la propia Rocío creía que era su único amado.

Al verse descubierta, volvió a mentir. Según expuso ella misma a la Policía en una de sus declaraciones, le espetó a su marido que su única intención era salir a cenar con su amiga, pero que él no lo aceptaba, así que la obligaba a mentirle. Ella admitió que la bronca fue monumental. De hecho, de la investigación se deduce que, probablemente, ese fue el día en que se firmó la sentencia de muerte de Antonio.

El grupo de Homicidios acaba de obtener varias declaraciones de personas próximas a Maje y a Antonio que acaban de apuntalar esa idea: que la viuda empezó a planificar, presuntamente, el asesinato de su marido en ese momento.

El principal testimonio, que adelantó en exclusiva este periódico el pasado sábado, es el de otro de sus amantes, Tomás, con quien mantuvo una intensa relación entre mayo de 2016 y marzo de 2017, que luego se volvió esporádica y se prolongó, físicamente, hasta octubre pasado y, virtualmente, a través de mensajes, hasta el mismo día de la detención de María Jesús M. C., Maje, el 10 de enero pasado.

Y fue precisamente ese 4 de junio, justo después de la monumental bronca con Antonio, cuando Maje trató al parecer de introducir en la mente de Tomás la idea de matar a Antonio. El amante lo resume así en su declaración ante la Policía: «Pienso, tras haberme enterado de lo ocurrido con Salva, que lo que Maje estaba haciendo, diciéndome que sufría malos tratos y que había pensado en acabar con la vida de Antonio, era echarme un guante a mí para ver si aceptaba el envite y que fuese precisamente yo quien matase a Antonio, como acabó haciendo Salva».

En una conversación de Telegram que se inicia a las 22.07 y concluye a las 00.54, ella va «calentando» a Tomás en un in crescendo en el que le suelta cosas como: «Me satura, me agobia, le odio», «Me considera de su propiedad, quiero que se muera, no le aguanto», «Ojalá se muera. Machacándome, el mamón de mierda, la puta cabeza, llevándomela loca». Y sube la presión: «He querido morirme hoy. Me maltrata, cariño. Te lo juro. Estoy psicológicamente destruida». Y lanza la traca final: «Esto lo va a pagar caro. He pensado en acabar con su vida. Me cuesta respirar...».

Por el camino, llegó a arrancarle a Tomás, en un arrebato, la frase «te juro que lo voy a matar», si bien a continuación él se ofrece para acompañarla en una denuncia por ese maltrato que él creía real.

Precisamente en esos días, según revelaría Salva a la Policía tras su detención, fue cuando Maje le habló por primera vez de la muerte de Antonio. Trajo a colación un accidente de tráfico en el que había muerto un compañero de Antonio y ambos lamentaron, según él, que no hubiera sido este el fallecido. Maje le dijo en ese momento que el accidente se acababa de producir. Pero no era cierto: ese siniestro había ocurrido, sí, pero el 21 de diciembre, casi seis meses antes. Fue en la A-3, en Villargordo del Cabriel, y el fallecido, padre reciente, tenía la misma edad que Antonio: 37 años.

Fechas que delatan

No son las únicas coincidencias siniestras que la Policía ha aportado al juzgado con estas nuevas declaraciones. La de Tomás, que se convertirá en uno de los ejes fundamentales para que las acusaciones intenten probar que fue ella y no Salva quien indujo la idea del crimen, añade otro dato espeluznante: el 26 de junio, Maje le escribe que «Antonio va a morirse» y cuatro días después, el 30, que «lo han ingresado en el hospital». Hacía mucho que le había hecho creer a Tomás que su marido tenía cáncer y que estaba en fase terminal. Es más, Maje había iniciado la famosa conversación del día 4 con Tomás con un revelador «le van a operar».

Así, los mensajes del 26 y del 30 han resultado no ser una mentira cualquiera: Maje declaró a la Policía tras su detención que fue precisamente a finales de junio, en una cafetería de Torrent próxima a su trabajo en una residencia religiosa de El Vedat, cuando se gestó el asesinato. En palabras de ella, tras desechar la idea del divorcio Salva anunció «que lo iba a arreglar él y que ya estaba pensado qué hacer».

Ahora, sólo Salvador R. L., su amante durante dos años y medio y autor material confeso del crimen, puede aclarar si realmente él fue el único gestor del crimen, como viene afirmando desde su llegada al juzgado, o si, a la vista de los nuevos datos y revelaciones, regresa a su versión ante la Policía de que el crimen, en realidad, fue cosa de los dos.