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El calzado rompe hormas

La digitalización de las empresas y las nuevas formas de distribución son los retos a los que se enfrenta el sector

El calzado rompe hormas

El calzado camina hacia un futuro que destrona los procesos productivos de las fábricas, tal y como se conocen. A la industria más potente de las comarcas del Vinalopó se le quedan estrechas las acostumbradas etiquetas de tradicional e incluso la de manufacturera. El gran reto al que se enfrenta en su horizonte próximo es la digitalización de las empresas para ofrecer una mayor personalización del producto y servicio al cliente. Otro de los desafios es promocionar y reconocer la profesión de zapatero, que durante décadas fue denostada. Pero, sin duda, el objetivo más claro de los fabricantes son las ventas para 2018. El sector no augura una subida de más de un 5 por ciento, según las encuestas que maneja la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (AVECAL).

El año 2018 se presenta para los zapateros con un moderado optimismo. La industria ha conseguido frenar por completo durante el 2017 la constante caída de las exportaciones, que empezaron a presentar signos negativos en 2016, después de que en 2015 se anotase una cifra récord. En este escenario, la presidenta ejecutiva de AVECAL, Marián Cano, subraya que, con respecto a las exportaciones, «el optimismo es moderado» y apunta que la exportación debe a mirar a otros países y no sólo a los tradicionales como los que se encuentran en la zona euro. Este sector que apostado por las ventas al exterior como su tabla de salvación pone, ahora, sus ojos en mercados como el ruso. Ésta es su diana para reflotar el descenso en ventas en países de la Unión Europea. También se han hecho tentativas con éxito en países asiáticos, Oriente Medio y los de este de Europa.

Un trabajo con futuro

Los sindicatos afirman que la industria del calzado es un buen sector en el que trabajar. Así, la secretaria comarcal de Comisiones Obreras, Carmen Palomar, indica que «creemos que es un sector que tiene futuro, de hecho tiene una estabilidad año tras año».

Estas palabras chocan con las recomendaciones a sus hijos de los padres que trabajaban en la industria. Hace décadas ser zapatero no era la mejor salida profesional. Preferían que sus descendientes optasen por la banca, ser profesores, albañiles o electricistas. Así se fue abandonando un sector con jornadas excesivas, economía sumergida y poca valoración de un trabajo manufacturero. De hecho pasó de emplear a 46.000 profesionales en 1998 a los 22.000 en la actualidad.

Ante este cambio a la hora de valorar el oficio de aparadora, cortador o rebajadora, Comisiones Obreras pide una racionalización de los horarios, formación de jóvenes para incorporarse a este sector y recuperar personas trabajadoras especializadas que ahora mismo no están empleadas en el calzado. Palomar asegura que «esto se conseguirá si dignificamos el sector y la economía sumergida pasa ser historia y no un problema estructural».

El repunte en ventas, tras los duros años de la crisis también ha significado un incremento en el número de puestos de trabajo. Durante el periodo 2014-2017 se ha aumentado un 5 por ciento la ocupación en el calzado. En la provincia a diciembre de 2017, según los datos de afiliación a la Seguridad Social, 1.833 empresas de calzado dan trabajo a 21.262 trabajadores. CC OO estima que con las empresas de componentes y auxiliares del calzado, son más de 3.000 fábricas las que ofrecen unos 33.000 empleos.

Por ubicación geográfica, el calzado se concentra en las comarcas del Vinalopó. En el Alto Vinalopó se contabilizan 1.663 trabajadores; el Medio Vinalopó ocupa a 7.876 empleados mientras que el Bajo Vinalopó asume 10.264 zapateros y el Bajo Segura 919 . En Alicante se localiza más del 88% de la producción calzado de la Comunidad Valenciana.

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