El ingeniero de Novelda Antonio Navarro Cerdán, de 36 años, fue asesinado de ocho cuchilladas a las 7.30 horas del 16 de agosto de 2017 en su garaje, en la calle Calamocha de València. El cuerpo fue encontrado a las 15.20 horas por un vecino. Dos días después, el 18 de agosto por la mañana, su mujer María Jesús M. C., Maje, de 26 años en ese momento, ya se había convertido a ojos del grupo de Homicidios de València en la principal sospechosa del crimen. Encontrar la mano ejecutora costó un poco más.

Las mentiras y los intentos de manipulación a la policía, lanzando sospechas incluso sobre la propia víctima, de la que hizo una descripción sutilmente salpicada de acusaciones semiveladas incluso en su primera declaración, ese 18 de agosto por la mañana, llevaron a los investigadores a desconfiar de ella desde el principio y la convirtieron en la principal sospechosa a las 48 horas del crimen.

En esa primera declaración, sin que nadie se lo preguntara, lanzó sospechas insinuadas contra los albañiles que les estaban haciendo la reforma del piso y contra una compañera de trabajo de Antonio, dejando entrever una posible aventura, que no existía -todos los trabajadores de la empresa dijeron todo lo contrario y hablaban de un hombre «muy enamorado de su esposa». Es más, esa compañera incluso le había acompañado a comprar unos peluches para Maje dos días antes del asesinato.

Mintió sobre el carácter de Antonio, empujando a la policía hacia la idea de que era «echado para adelante» y que posiblemente «se había enfrentado» al ladrón. Los amigos del ingeniero lo describen como una persona temerosa que, de tropezarse con un delincuente, «se habría dado la vuelta».

Pero el testimonio crucial lo aporta, sin pretenderlo, la mejor amiga de Maje, una joven, como ella, de Novelda, a la que conocía desde niñas por los campamentos religiosos, ya que ambas familias pertenecían a la misma congregación católica. Esa amiga declaró ante la policía que Maje tenía un «amigo especial» al que había conocido de fiesta el 21 de mayo y con quien se llevaba viendo a menudo desde ese momento.

Cuatro días más tarde, el 22 de agosto, los agentes se trasladaron a Novelda y se entrevistaron con los amigos de Antonio y con su familia. Así supieron de las infidelidades de Maje, que habían provocado la ruptura del noviazgo en 2015 porque había tenido «una relación inapropiada con un compañero de trabajo» y unas semanas antes de la boda por otra relación sexual con otro hombre, aunque finalmente Antonio decidió mantener la fecha de la boda, el 3 de septiembre de 2016, porque, dijo a su familia, «estaba muy enamorado y había decidido perdonarla».

Cuando Maje habló con su amiga y se vio descubierta, pidió enseguida a la policia volver a declarar. Lo hizo ese mismo 22 de agosto en casa de sus padres, en Novelda, y en ella admitió que estaba con otro hombre -Jose, el publicista al que había conocido en mayo-, pero que no lo había mencionado antes «por vergüenza». Aún así siguió acusando a Antonio de «controlarla», pese a reconocer, literalmente, ya en su primera declaración, que él nunca la había maltratado.

Ese día, la policía ya supo por un amigo de la víctima que Antonio no sólo no vigilaba a Maje pese a las infidelidades descubiertas a lo largo de su noviazgo, sino que «era ella la que lo controlaba» y que «no le gustaba» que quedara con sus amigos los fines de semana que iba al pueblo.

Agresiones a Antonio

Tras las intervenciones telefónicas concedidas por el juez el 26 de agosto y la extracción de los datos del teléfono del ingeniero, la policía localizó, entre otros, un mensaje que evidenciaba que el maltrato era inverso. Antonio lo escribió el 4 de junio de 2017, dos meses antes de su asesinato, tras una discusión entre ambos porque la sorprendió en una mentira porque le había dicho que trabajaba de noches ese día cuando en realidad había quedado con su amante incipiente, Jose. «No quiero a alguien para cenar entre semana y sentarnos en el sofá a mirar el móvil hasta la hora de dormir y cuando tenemos un día libre, cada uno por su lado. Y no quiero a nadie que me ponga la mano encima. Por ahí no paso. Y gracias por ni abrir mi chat».

Las investigaciones policiales han acreditado que fue precisamente a principios de junio cuando Maje y su cómplice confeso, Salvador R. L., su amante desde 2015, presuntamente comenzaron a planear el asesinato del marido de ella.