Los vecinos de Las Encebras se aferran a sus históricos olmos. Son una de las señas de identidad de esta pedanía situada a cinco kilómetros al noreste de Pinoso y están incluidos en el catálogo del arbolado de interés local. Forman la olmeda de esta apacible aldea de monte y campo siete ejemplares de extraordinario porte. Cinco de ellos rondan los 300 años de vida y los otros dos rondan los 100.

La enfermedad que padecen desde hace años ha secado algunas de sus pesadas ramas, que podrían caer en cualquier momento con el consiguiente riesgo para personas y bienes. Así lo ha advertido en un informe el técnico municipal de Medio Ambiente, lo que ha llevado a la concejalía del área a adoptar medidas de precaución. Con tal fin se han colocado vallas y precinto policial para evitar el paso de personas y el estacionamiento de vehículos a la sombra de los olmos. Dos de ellos se encuentran en el parque situado junto a la iglesia de la Santa Trinidad y los otros cinco en el vial de acceso a la pedanía. Y de todos ellos destaca el «olmo padre». Un árbol con más de 30 metros de altura y cinco de diámetro, cuyo peso supera los 10.000 kilos. Su monumental tamaño e inusual longevidad, con más de tres siglos de historia enraizada, han cautivado a los amantes de la arboricultura.

De hecho, especialistas de la Universidad Politécnica de Madrid acudieron hace años al lugar para llevarse su simiente con el fin de analizarla y conservarla.

El estudio que el Área de Medio Ambiente deberá hacer en las próximas semanas para conocer el estado de los ejemplares alberga la tala como una posibilidad. Y esta situación que nadie desea mantiene en vilo a los vecinos de Las Encebras. Unos 320 son los censados pero más de 200 son británicos que se afincaron en busca de sol y paz muchos años atrás. Ninguno de ellos quiere oír hablar de la desaparición de los olmos. Creen que hoy en día hay medios para sanearlos y conservarlos. Y en el caso de que haya riesgo de desplome o caída del ramaje, proponen la instalación de sistemas de anclaje con aros de sujeción en las ramas y cables de acero para tensar el tronco. También culpan de la actual situación a la falta de mantenimiento. La prueba es que la última poda se realizó en marzo de 2015. Pero eso es el pasado y el objetivo ahora es salvar los olmos.