Cuatro de la tarde, cinco de septiembre y Villena se convirtió en espectáculo. La Entrada de Villena comenzó su andadura puntual y con una tradición que es una de la señas de identidad de los Moros y Cristianos de la ciudad. Noventa y tres músicos de la Banda Municipal de Música abrieron el desfile con el tradicional pasodoble «La Entrada», que compuso el compositor Quintín Esquembre para las fiestas de su ciudad, Villena. Los vecinos salieron a riadas por todo el recorrido del desfile con los rostros llenos de alegría, cantando la letra de éste y muchos de ellos abrazándose porque las fiestas patronales de Villena ya era una realidad.

Los Moros y Cristianos de Villena son un espectáculo con más de 10.000 festeros y 2.000 músicos en la calle, cerca de siete horas de desfile y 14 comparsas, siete de bando moro y otras tantas del cristiano. Pero, este año el aniversario de las comparsas de Moros Viejos y Cristianos y de escuadras especiales emblemáticas de distintas comparsas, anunciaban desde hace meses que los boatos darían un toque más majestuosos a los grandes desfiles.

La Entrada fue el momento de los Moros Viejos, la comparsa más antigua de este bando y la que abre el primer desfile. Tras los estandartes de las siete comparsas del bando moro llegó el embajador y su boato. El emisario de la media luna, Francisco Javier Gil junto al infantil, Pedro Gil entraron en la Corredera sobre carroza.

La comparsa celebró toda una fiesta de cumpleaños. Los Moros Viejos cumplen más de 175 años de historia y una gran conmemoración con cerca de 400 participantes llenó la calle de colorido. El logotipo de este aniversario inició un desfile cargados de banderas, un espectáculo de malabaristas y un zoco árabe. Los integrantes de éste repartieron té, dátiles y pastas. Tras ellos, la guardia a caballo precedió a las cuatro escuadras, dos de moros viejos y dos de cristianos. Simbolizaron así, como en el origen de las fiestas de Villena, Moros y Cristianos desfilaban juntos y en el 175 de las dos comparsas volvieron hacerlo. Los moros se colocaron barbas postizas y arcabuces como lo hacían antaño.

Todas las escuadras de esta comparsa: Quraysh, Turkanas, Bosquimanos, Dragones y Omeyas participaron en el boato del 175 aniversario. Estas dos últimas se han vuelto a poner los trajes después de varios años desparecidas. Cerró el boato la carroza de los cargos 2017 precedido de un cuadro simulando el gran ajuar de los moros.

Una boda

El rojo del raso de los pantalones de los primeros del bando de la media luna dio paso al amarillo de los Moros Nuevos y, tras ellos, apareció el Bando Marroquí. En ella, la escuadra de Tuareg, una de las más emblemáticas, llegó con un boato formado por los familiares para celebrar sus cincuenta años de vida. Abrió el paso de su desfile un estandarte negro que reflejó el dolor interior por el fallecimiento de dos componentes en el último mes Manolo Díaz y Pepe Estevan. «Dolor interior... porque por ellos vamos a expresar toda la alegría que requieren unas Bodas de Oro, ya que el boato que representamos en este desfile se compone de una boda Tuareg y los invitados son todos los familiares de nuestra Escuadra» se explicó desde la escuadra especial.

La celebración de las bodas de oro se inició con unas danzas Tuareg interpretadas por hijos de los actuales componentes de la escuadra y algún amigo de la fila Karahari de Bando Marroquí, acompañados del grupo de Dulzainas y Tabalet de Biar. A continuación las esposas de los Tuareg, las «Targuiat» y sus hijas cortejaron a los novios, dando una expresión de color y perfume a todo el entorno. Seguidamente los señores del desierto... Los Tuareg se presentaron en el recorrido precedidos por tres dromedarios. Dos de ellos montados por dos integrantes de la escuadra y el central, en memoria de los dos fallecidos a través de su travesía por el desierto con sus dos espadas con crespones negros en señal de luto.

Cada uno de los miembros de la escuadra, guiados por el cabo, Andrés Estevan, portaron un estandarte-celosía con símbolos Tuareg y desfilaron son de la marcha mora compuesta por Fernando Ugeda «Alma Tuareg» para esta celebración interpretada por la gran Banda de Música Santa Cecilia de Castalla.

Todas las escuadras especiales dieron el toque de distinción y elegancia en un gran desfile. La marcha mora inundó cada rincón al paso de Moros Realistas, seguidas por Moros Nazaríes y Moros Bereberes, quienes mostraron la solemnidad del reino de la media luna. La alegría desbordada, las volteretas y las ganas de fiesta llegaron con la comparsa de Piratas, la más numerosa de las fiestas con más de dos mil socios. Durante más de una hora la calle Corredera y la avenida Constitución se llenaron de una marea de blanco, rojo y negro, colores de la comparsa y el público animó a los Piratas al grito de «voltereta, voltereta» para que sus socios deleitaran con estas piruetas tan características de la comparsa, que sólo ellos saben hacer y que tanto gustan.

Estudiantes

Después fue el turno para las huestes de la cruz, que entraron por la Corredera con la alegría y organización de los Estudiantes, una comparsa grande pero con un desfilar ágil. Le siguieron Marinos Corsarios. Este año las feminas de esta comparsa han renovado su traje oficial y un alto porcentaje de sus integrantes decidieron apostar por el nuevo diseño. Así, han cambiado los pantalones por falda así como han ceñido la casaca y han abierto la camisa en su parte alta, subiendo el cuello de una forma muy favorecedora. Y la Entrada fue el estreno oficial de éste.

Con la llegada de los Andaluces y Maseros cayó la noche en la ciudad y se encendieron los arcos del recorrido. Tras ellos los Ballesteros y Almogávares dieron paso a la última de la comparsas los Cristianos. La de la cruz celebra también su 175 aniversario pero ha dejado para hoy, en la Cabalgata sus grandes fastos. Un jinete abrió la comparsa de forma especial y sus cargos desfilaron con la recién estrenada marcha cristiana «175 aniversario de Cristianos».